Bilbao. La polémica sobre Kukutza -el gaztetxe del barrio bilbaino de Rekalde- vivió ayer dos episodios tan relevantes como polémicos. Por un lado, el contundente desalojo que se saldó con una treintena de detenidos, que a lo largo de la tarde fueron quedando en libertad con cargos; y por otro, la decisión de la titular del Juzgado de lo Contencioso-Administrativo número 5 de Bilbao de paralizar de manera cautelar el derribo del edificio propiedad de la promotora Cabisa. La decisión fue ayer muy criticada, no por su contenido sino porque esta llegó horas después de que se registraran los duros enfrentamientos que mantuvieron en jaque al barrio durante toda la mañana. "Me sorprende el momento en que la jueza ha decidido firmar la orden cautelar. Creo que podría haberlo hecho antes", admitió ayer el edil de Urbanismo del Ayuntamiento de Bilbao, Rikardo Barkala.

La titular del Juzgado bilbaíno decidió ayer paralizar el derribo del edificio atendiendo a la demanda de los ususarios de Kukutza, quienes cuestionan la legalidad de la decisión del Ayuntamiento de conceder la licencia de derribo a Cabisa. En este sentido, y como este tipo de sumarios suelen ser rápidos, la magistrada ha llamado hoy a las partes -Cabisa, Kukutza y Ayuntamiento- a una vista oral (similar a un juicio rápido en los procesos penales) para determinar, según el abogado de Kukutza Iñaki Carro, "si el modo en que el Ayuntamiento ha concedido la licencia de derribo vulnera los derechos de algunas de las partes". Así, hoy se escucharán las opiniones de las partes y la jueza procederá a levantar o no la paralización del derribo del edificio, dejándo así vía libre para que Cabisa inicie la demolición y posterior construcción de viviendas en el solar.

Sin embargo, este proceso judicial es independiente al que se sigue en el Juzgado de Instrucción número 6 para el desalojo del edificio; un proceso que ayer vivió, sin duda, su jornada más violenta.

De madrugada El barrio de Rekalde se levantó ayer más temprano de lo habitual. Alrededor de las cinco de la mañana, los usuarios que se encontraban pernoctando en el viejo edificio de Kukutxa se subieron al tejado y comenzaron a lanzar cohetes para avisar a los vecinos de que varias dotaciones de la Ertzaintza estaban en la puerta intentando derribar la puerta para proceder a su desalojo. A partir de ahí, el barrio se convirtió en el escenerario de una batalla campal que recordaba a tiempos pretéritos con contenedores cruzados, cuando no volcados, caceroladas desde las ventanas y una presencia policial -una decena de furgonetas de la brigada móvil, dos tanquetas, dos hammers, un helicóptero...- que blindó el barrio y se introdujo en el gaztetxe para desalojar a sus habitantes, en cumplimiento de la orden judicial.

Treinta detenidos y más de cuarenta heridos por contusiones -los portavoces de Kukutza apuntan a la existencia de un herido grave, "con la pierna destrozada"- fue el saldo final de una mañana muy movida. La Policía acudió a Rekalde con la clara idea de desalojar el edificio. Allí se encontró con la oposición de los jóvenes que, desde hace varios días, pernoctan en el local con la intención de evitar precisamente lo que ayer ocurrió. Ya avisaron de que presentarían una resistencia pacífica y, salvo el lanzamiento de harina y agua desde la azotea, el desalojo no fue a mayores. Opusieron escasa o nula resistencia en las dos primeras plantas; plantearon batalla en la tercera, en donde habían taponado las ventanas con paneles y reforzado el cierre de las puertas, y se atrincheraron en la terraza hasta que los antidisturbios lograron acceder y procedieron a su arresto. En total, 23 jóvenes fueron detenidos acusados de usurpación de inmueble.

El problema surgió entre el grupo de personas que desde fuera apoyaba a los compañeros encerrados. Una pequeña parte de estos jóvenes comenzó a volcar contenedores y a lanzar objetos contra los ertzainas; un enfrentamiento que desembocó en una primera carga policial que, a medida que transcurrió la mañana, se repitió en hasta siete ocasiones. Siete personas fueron detenidas, y más tarde puestas en libertad con cargos, por desorden público. Por la tarde, también hubo cargas cuando un grupo de jóvenes intentó acceder al edificio, fuertemente custodiado, por la parte trasera.

Ayer, Rekalde se convirtió en un barrio aislado. Los ertzainas cortaron el acceso desde Ametzola, controló todos los accesos a la plaza Rekalde e identificó a todo aquel que quisiera acercarse a Kukutza.