Donostia. No ingirió ningún producto tóxico ni tampoco tragó plásticos que le llevaran a la muerte. Las primeras conclusiones sobre el fallecimiento del cachalote que el viernes apareció en la playa de Zarautz tras flotar a la deriva indican que el animal perdió la vida a causa de alguna enfermedad que los científicos no han podido determinar aún.

Miembros de la Sociedad para el Estudio y la Conservación de la Fauna Marina Ambar procedieron durante la jornada de ayer a realizar la necropsia al cetáceo, al cual le extrajeron diferentes órganos para conocer con más detalle qué pudo acabar con la vida de este enorme animal.

Según explicó a este diario el vicepresidente de esta organización, Enrique Franco, tras analizar detalladamente su zona estomacal observaron que solo guardaba "unos trozos de calamar" -principal alimento de esta especie- y restos de tinta.

De ello se deduce que el cachalote había dejado de alimentarse días atrás ante los trastornos y la debilidad provocados en su cuerpo una posible enfermedad.

Una vez que finalizaron los trabajos relativos a la necropsia, el animal fue enterrado en una campa de un municipio guipuzcoano -se omite el lugar para preservar el cadáver de la llegada de curiosos-.

Los trabajos para inhumar el ejemplar se prolongaron durante toda la tarde, mediante la colocación del animal en una fosa con una grúa, que lentamente lo depositó en el agujero.

esqueleto La intención es que el cachalote permanezca allí durante cuatro o cinco años hasta que desaparezcan los tejidos y quede únicamente su esqueleto.

Posteriormente, tras someterla a un tratamiento especial, la estructura ósea se exhibirá en el Aquarium donostiarra, entidad que ha coordinado las labores para desplazar el animal hasta la finca y, dentro de unos años, se encargará de poner en valor la pieza para mostrarla al público.

Pese a que Ambar quiso proceder al enterramiento con discreción debido a las lógicas medidas de seguridad, algunos medios tuvieron conocimiento de ese lugar. Además, el intenso hedor que despedía el cuerpo por su ya avanzado estado de descomposición llegó a las fosas nasales de muchos vecinos de la zona, quienes se acercaron al punto de inhumación para observar los movimientos.

Cuando el cachalote apareció en el arenal zarauztarra, cientos de personas se arremolinaron en torno al cadáver, dada la infrecuencia de estas apariciones.

Las grúas empleadas en su retirada permitieron cifrar en 25,5 toneladas el peso exacto del animal, un ejemplar macho de 13,7 metros de longitud y edad joven, aunque ya con capacidad para reproducirse.

delfines Enrique Franco señaló que todos los meses existen avisos de varamientos de cetáceos, aunque en la mayoría de las ocasiones se trata de animales de menor tamaño.

El registro medio anual de varamientos en Euskadi se sitúa entre 10 y 30 animales, la mayor parte de ellos delfines, marsopas y calderones de aleta larga, pero, de vez en cuando, también con protagonismo para especies más grandes, como la del cachalote aparecido este pasado viernes en la playa de Zarautz.

La aparición de cetáceos en los arenales vascos está condicionada por los temporales o el viento y los varamientos más habituales se producen con delfines, tanto ejemplares comunes como mulares y listados. Por su parte, la llegada de calderones a las playas a los acantilados del litoral es más frecuente en primavera.