amurrio. Estar ante un ordenador y que, de repente, la silla en la que estás sentada comience a moverse, no sólo crea sorpresa e incertidumbre, sino también cierta angustia y, por qué no reconocerlo, miedo. Sólo fueron unos segundos -según los expertos diez-. Para los vecinos, muchos más. Muchos salieron de casa "a toda pastilla" convencidos de que las últimas mejoras hechas en el edificio podían haber movido los cimientos y causado el extraño temblor que notaron bajo los pies. "No ha sido sólo mi casa", comenta una de las afectadas. Pronto, los teléfonos comenzaron a sonar y los correos electrónicos se saturaron de mensajes "Eran amigos y familiares que me preguntaban si había notado el temblor", relata.

Con el estupor aún metido en el cuerpo, y una vez comprobado que todo seguía en su sitio, "salvo algún libro que cayó de la estantería, todos queríamos saber más sobre el temblor de tierra sentido en la zona de Orduña y Amurrio", relata. La respuesta no se hizo esperar, no había sido una alucinación colectiva, sino un seísmo de 3,4 grados que, según el Instituto Geográfico Nacional, tuvo su epicentro en Villalba de Losa (Burgos) en torno a las 20.20 horas y del que "no se esperaban réplicas".

Debate nuclear Fue una sola sacudida, porque -al parecer- "era bastante profundo" y no hubo que lamentar daños materiales y mucho menos personales, pero el susto se queda para el recuerdo y ha reavivado entre la población el debate en torno al cierre de la central nuclear de Garoña -a escasos 15 kilómetros del epicentro del seísmo- ya que en la memoria de todos aún está muy presente el desastre de Fukushima, además de la reciente catástrofe que un temblor de 5,1 grados ocasionó en Lorca. No obstante, los responsables de Nuclenor aseguran que en la planta no saltaron las alarmas, mientras los grupos ecologistas hablan de lo impredecibles que son las catástrofes naturales.

El pequeño terremoto fue ayer el principal tema de conversación en bares, plazas y tiendas de Amurrio y Orduña. "Yo estaba en el supermercado y hay un garaje debajo y pensé que alguien se había dado un golpe con el coche y resulta que ha sido un terremoto", apunta la joven Zuriñe Aguado.

No fue, sin embargo, la única que achacó el extraño temblor a causas más habituales, ya que se trata de una zona acostumbrada al sonido de fuertes vientos. Jone Asua, por ejemplo, asegura que en un primer momento pensó que el chocar de las copas en la vitrina y ese ruido ensordecedor procedía de la reverberación de los motores de un avión que volaba demasiado bajo. Y Trinidad Arranz, recién llegada de Madrid, pensó que se trataba de "una broma de mi hermana para asustarme moviendo alguna cama en el piso de arriba, pero cuando bajó asustada a la planta baja me di cuenta de que no se trataba de ninguna inocentada de bienvenida".

Pero lo cierto es que la tierra tembló, aunque no fue necesaria la intervención de ningún equipo de emergencias, por lo que la tranquilidad regresó rápido al valle, dejando tras de sí un insólito suceso que todos esperan que no se vuelva a repetir.