Donostia. El cerco sobre el médico de Baiona acusado de aplicar la eutanasia a cuatro pacientes por su cuenta y riesgo se estrecha. El adjunto al procurador de la capital labortana, Marc Mariée, explicó ayer que durante los interrogatorios a los que ha sido sometido el doctor implicado, Nicolas Bonnemaison, de 50 años, éste ha reconocido haber usado productos que aceleraron la muerte de los ancianos. Al parecer, el galeno, que ejerce en la unidad de cuidados paliativos del servicio de urgencias del centro hospitalario Saint-Léon, inyectó a los pacientes Norcuron, un medicamento a base de curare (veneno extraído de plantas usado por indígenas de Sudamérica), que paraliza los músculos respiratorios mezclado con el disolvente Hypnovel. "Se trata de actos de extrema gravedad y totalmente prohibidos por la ley", declaró Mariée, según el testimonio recogido por france 3.
Por el momento, ninguna de las familias supuestamente afectadas por estos hechos ha elevado denuncia, pese a que el médico imputado conversó con ellas tras el fallecimiento de los ancianos. Por ello, el jurista no puede confirmar que Bonnemaison tuviese el consentimiento de los allegados para llevar a cabo la eutanasia. "Aunque hubiese tenido la autorización de las familias los actos no estarían justificados", argumentó el adjunto al procurador.
consentimiento El adjunto al procurador recordó que la ley Leonetti, aprobada en 2005, establece que para aplicar la eutanasia es necesario respetar una serie de "condiciones estrictas y, fundamentalmente dos requisitos: el consentimiento del paciente o de su familia y el de los médicos".
Actualmente, la eutanasia no está reconocida en Francia y, si es activa, está tipificada como asesinato, lo que puede suponer una condena de 30 años de cárcel. El magistrado recordó que las cuatro muertes -fechadas en abril, mayo, julio y agosto- ocurrieron en "personas de avanzada edad, indudablemente en sus últimos momentos previos a la muerte, pero el final de una vida puede durar varias horas o varios días". "Nada justifica el comportamiento de este médico para actuar según los hechos denunciados", expresó el adjunto al procurador de Baiona.
Los antecedentes de este suceso comienzan cuando enfermeras y sanitarios del centro hospitalario se cuestionaron las causas de los fallecimientos de los ancianos que, según sus cálculos, su muerte llegaba en un corto espacio de tiempo.
La espoleta se levantó el miércoles de la pasada semana cuando una paciente de 92 años ingresó en el hospital en coma. Esa misma jornada por la tarde un sanitario vio al médico imputado entrar en la habitación de la anciana con una jeringuilla que previamente había rellenado. Poco después, el galeno abandonó la habitación para anunciar a los familiares la muerte de la mujer.
Por ello, advirtieron a la dirección de los hechos y recabaron datos, particularmente en la zona donde se almacenan los medicamentos, para señalar al médico.