Sor Teresa es posiblemente la monja que más tiempo lleva en clausura, pues 84 de sus 103 años los ha pasado en una comunidad religiosa. Y eso que a Valeria, su nombre civil, de pequeña le producían pavor. Tuvo que pedirle a la patrona de Vitoria, la Virgen Blanca, que le diera vocación. Y parece ser que se la concedió, porque esta anciana nacida en el pueblo alavés de Foronda ha conseguido el récord mundial dentro de un convento.

Su historia ha sido recogida en el libro ¿Qué hace una chica como tú en un sitio como éste? (Libros Libres), escrito por Jesús García, que ha recopilado en esta obra el testimonio y la experiencia de diez monjas de clausura. En la actualidad, Sor Teresita sigue viviendo en el convento de Buenafente del Sistal (Guadalajara), pertenece a la orden del Císter y ha sido durante más de veinte años superiora de su comunidad religiosa.

Casualmente, Sor Teresita ingresó en un convento el mismo día que nació Benedicto XVI y, según los datos facilitados por la editorial, ambos podrían encontrarse durante la visita del Papa a Madrid el próximo mes de agosto. "Me dio miedo entrar. Pero el Señor me ayudó. Yo venía zote, no sabía nada de monjas, pero Él y Santa Teresita me ayudaron, y entre ellos se las arreglaron para que no me acobardara", narra en el libro la monja. Como no podía ser de otra forma es, además, seguidora del Deportivo Alavés, y el año pasado vio la Final de la Copa del Mundo: "Yo no entiendo nada de fútbol, pero gritaba gol y me alegraba", cuenta en el libro la monja. Sor Teresita dice que "no se puede vivir aburrida en el convento" y asegura ser feliz: "Cada uno es feliz en su profesión. La felicidad -afirma- se siente siguiendo cada uno su vocación. Eso sólo lo sabe quien lo vive". Pero su vocación llegó tarde porque, según asegura, al principio no le gustaban las monjas, le daban miedo, y lo pasaba muy bien en el campo, donde trabajaba con su familia, junto con sus siete hermanos. Todos ellos vivían en una casa ubicada en Foronda. Allí también era feliz, pero su padre, según comenta Sor Teresita, viendo la vida que llevaba de trabajo en el campo y pensando que las monjas no trabajaban, le preguntó a ella y a su hermana si querrían ser monjas. "Y yo, por contentar a mi padre, le recé a la patrona de Vitoria y le pedí que me diese vocación? ¡Y vaya si me la dio!", dice esta veterana monja de clausura.