MADRID. Unas orejas de "soplillo", un labio leporino o un hemangioma en la cara de un niño son malformaciones o "defectos" que pueden ser corregidos mediante cirugía plástica o reparadora, una intervención quirúrgica que los padres españoles demandan cada vez más. La causa de este aumento es la preocupación creciente por la estética.

Lo cierto es que una intervención de este tipo "les puede cambiar la vida", según esta cirujana plástica.

A pesar del creciente interés por la belleza, también es cierto que ahora los niños son más tolerantes con los defectos del prójimo gracias a la educación de padres y profesores.

"Los niños están ahora más educados en la tolerancia para no reirse de las malformaciones", según la psicóloga Julia Vidal.

La cirugía plástica tiene como objetivo reparar defectos congénitos o adquiridos, restaurar alteraciones estéticas. Se trata de mejorar la forma en que la anomalía puede estar alterada pero también la función.

Por ejemplo, si un párpado está caído y se interviene, mejora el aspecto del mismo pero también la visión del ojo.

Los médicos insisten en que hay que diferenciar radicalmente la cirugía plástica de la cirugía estética.

La diferencia radica en que en este último caso el punto de partida es la normalidad y, sobre esa normalidad, se busca una mejoría, mientras que en la cirugía plástica se parte de una situación patológica y se pretende alcanzar la normalidad, ha precisado la doctora.

Las operaciones de plástica más frecuentes son aquellas relacionadas con anomalías o patologías de aparición muy temprana como las malformaciones vasculares (hemangiomas), labio leporino y sus alteraciones asociadas y la cirugía de la mano como las sindactilias (fusión congénita o accidental de dos o más dedos entre sí) y los dedos en resorte.

Aunque menos, pero también bastante frecuentes, son las intervenciones dirigidas a reparar malformaciones del pabellón auricular (orejas contraídas, más pequeñas de lo normal o ausentes), una categoría en la que entran también las llamadas "orejas de soplillo" (cuya denominación técnica es 'Hellix Valguf').

La doctora Berenguer ha explicado que no se trata de una malformación, sino de "una anormalidad", y la operación para corregirla es muy demandada "porque en la sociedad la estética de las orejas separadas no se tolera bien y los niños que las tienen lo pasan mal".