LORCA. Los vigilantes de seguridad hacen rondas a pie y en coche durante la noche y se retiran a las siete de la mañana, cuando las calles vuelven a retomar la actividad y lo habitual es que sus servicios sean contratados y compartidos por varias comunidades de edificios anexos a través de los administradores de fincas.
Es lo que ocurre en barrios particularmente afectados por los terremotos como La Viña, Alfonso X y La Seda, donde hay manzanas casi vacías porque todos sus edificios presentan daños estructurales y no se permite el acceso a las viviendas salvo durante unos minutos para recoger algunos enseres, como también ocurre en un residencial de la avenida Juan Carlos I, seriamente dañado.
Los vecinos de una manzana completa entre Los Naranjos, Jerónimo Santa Fe y Juan Antonio Malo comparten los servicios de una de estas empresas, que ha llegado a desalojar, hasta en siete ocasiones en los últimos días, a personas ajenas a los edificios que intentaban entrar a los mismos de madrugada o que ya lo habían conseguido.
En algunos casos, los daños causados por los terremotos impiden que las puertas de acceso a los edificios puedan cerrarse, por lo que las casas se quedan "vendidas", ha indicado personal de una de las empresas de seguridad, que asegura que los supuestos ladrones llegan a los inmuebles a bordo de furgonetas.
El botín que buscan los ladrones no solo incluye el que puedan encontrar dentro de los pisos, sino también materiales de construcción y algunos productos del desescombro de edificios.
Cobre, vigas de hierro e incluso puntales también forman parte de las preferencias de los saqueadores que operan en los edificios vacíos de Lorca tres semanas después de los terremotos.