vitoria. Hubo muertos. 124. La tragedia parecía segar toda esperanza de encontrar vivos al pasaje y a la tripulación de la aeronave que se estrelló en las inmediaciones de Vitoria. Y, sin embargo, parece que los milagros existen. Al menos, en forma de una treintena de supervivientes. Por causas que aún se desconocen, la aeronave perdió altura progresivamente hasta que su estructura se despedazó al tocar el suelo en una maniobra de aterrizaje que pintaba mal desde un principio. Fue un instante. Pero suficiente para cambiar de raíz el cariz de una plácida mañana, que se transformó en un infierno trufado de fuego en el que los equipos de rescate y emergencias tuvieron que desarrollar su trabajo. Una catástrofe en toda regla que sembró de dolor y llamas las instalaciones del Aeropuerto de Foronda. Gracias a Dios, el averno fue simulado y, las víctimas, figurantes pertenecientes al Instituto de la Construcción. Todo formaba parte de un simulacro de accidente aéreo que ayer se escenificó en el aeródromo alavés para mantener engrasados los resortes del personal y de los equipos llamados a pelearse con la desesperación y con la tragedia en el hipotético caso de que se produzca un accidente de esas características.

Todo se realizó siguiendo el programa del Plan de Emergencias Aeronáuticas. Éste sirve para evaluar los procedimientos de actuación y coordinación, analizar su eficacia y comprobar el grado de conocimiento e integración de los diferentes colectivos implicados en la atención de una emergencia aeroportuaria. El cometido fundamental del plan es garantizar la protección de las vidas humanas y los bienes que pudieran verse afectados por un incidente de ese tipo y, por otro, la continuidad o restablecimiento de la operatividad aeroportuaria. El ejercicio desarrollado en Foronda tuvo como centro del guión el accidente de un avión al iniciar el aterrizaje.

Con 148 pasajeros y cuatro miembros de la tripulación a bordo, la aeronave -un Airbus 320-, se salió de pista en las inmediaciones de la cabecera 22. Tras el accidente se produjo un derrame de combustible que devino en un posterior incendio. En pocos segundos, la aeronave resultó seriamente dañada en ambas alas, motores y fuselaje. Los trenes de aterrizaje quedaron destruidos casi en su totalidad. El balance fue de 124 fallecidos (cuatro tripulantes y 120 pasajeros), cuatro heridos muy graves, ocho heridos graves, ocho leves y ocho personas ilesas. Claro está, todo fingido.

Sin embargo, el realismo debía extralimitarse para dar visos de realidad a la tragedia simulada. Por ello, a su llegada al lugar, los Bomberos sofocaron las llamas en espera de la llegada de los recursos sanitarios, que atendieron a las víctimas que se encontraban en las proximidades de la aeronave siniestrada. También rescataron a los heridos. Constituida el área de socorro y clasificados los heridos para determinar el orden de prioridad en su tratamiento y transporte, se procedió a la estabilización y evacuación de éstos por parte de los efectivos sanitarios.

La clasificación de las víctimas (triaje) la efectuaron los Bomberos de Vitoria. Además, por primera vez en un simulacro, la Guardia Civil activó el protocolo de identificación de fallecidos en su cometido de Policía Judicial. Le apoyó en estas labores el Instituto Vasco de Medicina Legal. El equipo de intervención psicosocial efectuó la atención psicológica a las víctimas ilesas y leves en la terminal de pasajeros. En la realización de este simulacro, se involucraron AENA, Seguridad aeroportuaria, compañías aéreas y de handling, Agencia Estatal de Meteorología, Guardia Civil y Cuerpo Nacional de Policía, Atención de Emergencias y Meteorología, Centro de Coordinación de Emergencias, Osakidetza, Instituto Vasco de Medicina Legal, Ertzaintza, Miñones, Policía Local de Vitoria, Bomberos y Cruz Roja.