el miércoles no fue la primera ocasión en la que se escuchó la socorrida frase "esto es un atraco" en Álava. Los cajeros de varias oficinas bancarias del territorio han sufrido a lo largo de los últimos años en sus carnes el duro trance de enfrentarse con un individuo embozado y armado con una pistola, generalmente falsa, que les reclamaba el dinero de la caja. Un objetivo que, dadas las extremas medidas de seguridad que incorporan las entidades financieras, muy pocas veces se cumple. Incluso si los ladrones planifican bien el golpe y logran hacerse con unos cuantos miles de euros, no tarda en publicarse la noticia de que la Policía les ha dado caza y puesto a buen recaudo. Al menos hasta la fecha, ésta ha sido la tónica vinculada a la puesta en práctica de un delito muy complejo de materializar y, según la experiencia acumulada, no compensa.
Las estadísticas de la Ertzaintza demuestran que los delitos más habituales en Álava, 1.526 frente a un total de 2.040 sólo entre enero y abril de 2011, están relacionados con robos de mayor o menor envergadura. El caso más reciente de atraco con referente bancario cometido en suelo alavés se remonta a mediados de mayo, cuando una madre y sus dos hijos, de 21 y 29 años, fueron arrestados por su implicación en un robo cometido en Vitoria. Actuaron como cómplices de un cuarto detenido, un joven de 23 años, quien se erigió como autor material del asalto. El suceso tuvo lugar el 5 de febrero en el barrio de El Pilar, cuando la víctima, empleada en un supermercado, cerró el establecimiento y se dirigió a una sucursal para ingresar el dinero. Entonces, un individuo le agarró por el pelo mientras le encañonaba con una pistola y le quitaba la recaudación, cercana a los 6.000 euros. Tras la pertinente investigación de la Ertzaintza, se supo que la detenida era compañera de trabajo de la víctima en el supermercado y que se había dedicado a recopilar la información para ejecutar el robo.
También en mayo, pero del año pasado, la Ertzaintza le echó el guante a otro individuo, de 50 años, que aprovechó un permiso penitenciario para desvalijar dos bancos a punta de pistola simulada. El hombre cumplía una condena en la prisión de Nanclares. Durante una de sus salidas recogió el arma, un revólver detonador que escondía en las gradas de un campo de fútbol, y se presentó en dos oficinas bancarias de las calles Independencia y Ortiz de Zárate de Vitoria, para perpetrar dos atracos. En la primera, logró su meta y se hizo con algún dinero, pero en su segunda tentativa se vio obligado a huir sin premio. La Ertzaintza no tardó en identificarle, localizar la pistola y detenerle.
El año 2008 resultó también movido en lo que a atracos de bancos se refiere. La sucursal de la Caja de Ahorros Navarra situada en el cruce de las avenidas Santiago y Judimendi, fue asaltada el 1 de marzo por una persona encapuchada que esgrimió una pistola tan falsa como las anteriores. Se llevó 1.400 euros, el único dinero que encontró a mano tras el mostrador, aunque los billetes apenas le duraron una hora en el bolsillo. La Ertzaintza le identificó como R.T.H. de 45 años y le arrestó en las inmediaciones de un conocido centro comercial de la ciudad. Era el segundo asalto sin éxito que se cometía en pocos días. La semana anterior dos asaltantes armados y disfrazados irrumpieron en las oficinas de la Caja Rural de Navarra de Portal de Villarreal y se apoderaron de 2.000 euros, aunque la Policía autonómica frustró sus planes y neutralizó el vehículo que emplearon para huir en el polígono de Ali-Gobeo.
La sucursal gasteiztarra más castigada por estos delitos es la de la Caja Laboral en la calle Landaberde de Lakua, que sufrió dos atracos en menos de cinco meses entre 2006 y 2007. La primera vez, un solitario ladrón, desarmado y a cara descubierta, logró llevarse 60.000 euros tras amordazar a la empleada en el momento en que se disponía abrir la oficina. El segundo asaltante sí que recurrió a la consabida pistola y, tras amenazar al cajero, se llevó 3.900 euros.