Vitoria. La historia es cíclica y el hombre es el único animal que cae dos veces en la misma piedra. El riesgo de la creación de guetos escolares es una realidad en ciernes que deja en los colegios grupos diferenciados de nacionalidades o estratos sociales. La lucha por la integración pierde terreno ante una nueva inercia que lleva a alejar más la relación de los niños. Precisamente por ello, los expertos demandan la necesidad de elaborar un mapa escolar que permita una distribución más equilibrada del alumnado con necesidades específicas. Esto es, aquellos menores que viven en un entorno socialmente desfavorecido. De esta forma, se considera que se podrá evitar la concentración de un solo perfil de alumno que derive además en un efecto llamada para menores con este tipo de características y rechazo de familias no integradas en él.

Y es que este colectivo tiende a agruparse debido a sus características sociales y económicas en ciertas zonas de la ciudad y, por lo tanto, acuden a los mismos colegios. Esto lleva a que su desarrollo educativo sea más dificultoso al encontrarse los centros con una amplia presencia de niños que habitualmente tienen más problemas de aprendizaje que el resto y, sin embargo, cuentan con los mismos recursos que el resto de escuelas para atenderlos. Esta circunstancia lleva a requerir a los colegios unas ayudas especiales que sirvan para ofrecer apoyos específicos a quienes lo necesiten. Por ello, el Defensor del Pueblo solicita a las instituciones una discriminación positiva en la asignación de recursos humanos a estas escuelas que permita atender las necesidades de todos los alumnos.

Estos medios deben centrarse en refuerzos educativos que permitan a los chavales con estos requerimientos específicos seguir el ritmo del curso y asumir los conocimientos necesarios. Además, también se solicita una mayor incidencia en los proyectos de intervención específica dedicados a casos concretos y planes globales que permiten beneficiarse a todo el colectivo.

Y es que la realidad de este alumnado lleva a plantearse varias medidas más allá de la distribución equilibrada y la discriminación positiva de recursos. Dadas las dificultades que, en algunos casos, demuestran estos estudiantes, éstas no son las únicas medidas que podrían resultar interesantes para mejorar el rendimiento académico de estos niños. Es fundamental, por ejemplo, una escolarización temprana que permita al menor habituarse a la rutina escolar y a un aprendizaje inicial que sirva de base para cuando éste plantee exigencias mayores.