BILBAO. Los científicos nos aseguraban que el reactor podía ser instalado incluso en la Plaza Roja, porque no representaba más peligro que un samovar común y corriente", dijo entonces el líder soviético, Mijaíl Gorbachov, presa de un asombro que hizo enmudecer al Kremlin durante los tres días que intentó ocultar la catástrofe. El silencio era imposible. En Ucrania tuvo lugar el peor desastre nuclear del planeta y 25 años después, el monstruo sigue vivo. Aunque el mundo no se atreva a despegar los ojos de la crisis de Japón, a un paso de la vieja Europa, aún late otra bomba de relojería.
A la 1:23 horas del 26 de abril de 1986 el reactor cuatro de la central nuclear de Chernóbil saltó por los aires. Escupió a la atmósfera 6,7 toneladas de material radiactivo del núcleo, depositando isótopos radiactivos sobre 200.000 kilómetros cuadrados de Europa. Chernóbil liberó 50 millones de curios de radiactividad, una cantidad 200 veces mayor que la de las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki en 1945. Veinticinco años después, la radiación continúa afectando a miles de habitantes de Bielorrusia, Ucrania y Rusia, donde se halla el 70% de los casi 200.000 kilómetros cuadrados de terrenos contaminados. Las fugas en Fukushima nos han devuelto a la memoria a los más de 600.000 liquidadores que, casi en mangas de camisa, sofocaron la explosión y enterraron en hormigón armado las entrañas de Chernóbil. El Kremlin suprimió la información sobre el accidente hasta el 28 de abril y retrasó cuarenta horas la evacuación de Pripyat. Los empleados de la central nuclear sueca de Forsmark, a 1.100 kilómetros, fueron los primeros en dar la alarma. Solo entonces, bajo presión internacional, el gobierno soviético admitió la catástrofe. Toda la población en un radio de treinta kilómetros fue evacuada y un cuarto de siglo después cerca de 300.000 personas no han podido regresar a sus hogares. Pripyat, que contaba con 50.000 habitantes, está abandonada, y en la llamada zona de exclusión solo viven cerca de 600 ancianos que no tienen donde ir. Según la ONU, un área del tamaño de Holanda ha quedado inutilizable permanentemente para usos agrícolas. Por ese episodio, además de las 35 personas muertas inmediatamente, se estima que fueron al menos 4.000 las víctimas mortales como consecuencia de patologías provocadas por material radioactivo, según datos de la Organización Mundial de la Salud y de la Agencia Internacional de Energía Atómica. Se observaron incrementos en las tasas de cáncer y ha habido investigaciones que apuntan a un aumento de las mutaciones genéticas en los hijos de personas irradiadas. Otros estudios sostienen que las víctimas mortales por causas derivadas del accidente llegan a 500.000 y que las consecuencias persistirán por lo menos hasta el año 2065. Pero Chernóbil no solo fue un desastre para la vida y la salud de millones de personas. Fue, también, un gran desastre económico, y una de las causas determinantes de la caída del régimen soviético.
Este accidente puso en entredicho la seguridad de la industria atómica. "Ocurrieron errores reiterados de los operadores que provocaron la fusión del núcleo del reactor con resultados catastróficos. El Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) ha estudiado las causas de este accidente y ha dictado normas para mejorar la seguridad de las centrales nucleares españolas, que han tenido que realizar reformas", asegura un portavoz del organismo que vigila la radiactividad en España.