Vitoria. La mejora sustancial de la red viaria, los continuos esfuerzos de sensibilización y las modificaciones legislativas, entre ellas, el carné por puntos, han logrado hacer realidad lo que parecía una utopía hace sólo una década: el número de fallecidos como consecuencia de los accidentes de tráfico ha experimentado una merma significativa en la CAV. En concreto, del 63% entre 1999 y 2009. Estos registros, facilitados por el Instituto vasco de Estadística (Eustat) en su análisis sobre defunciones en el País Vasco, se acompañan por otros que corroboran la conclusión de que las carreteras alavesas son cada vez más seguras. No en vano, ya no es un accidente que el territorio histórico consiga rebajar año a año las cifras de siniestros con víctimas en el sistema viario. De hecho, en los últimos cinco años, los sucesos de este tipo han bajado en la provincia un 18,8%, según un informe foral de accidentalidad 2005-2009. Esta tendencia a la baja también se traslada a los índices de peligrosidad y mortalidad, con una rebaja de un 20,3% y de un 70,6%, respectivamente.

Llama la atención este último porcentaje que es más que significativo si se compararan el número de personas que se dejaron la vida en las vías alavesas. Mientras que en 2006, las pérdidas humanas incluyeron 26 dramas; en 2008 fueron 19; en 2009, 8; y nueve el año pasado.

Los datos no son para echar las campanas al vuelo, ya que la mortalidad, pese a haberse reducido, persiste. Ahora bien, sí que es cierto que hay datos para la esperanza, como aquellos que facilita la Fundación Mapfre y que dicen que Euskadi es, tras La Rioja, la segunda comunidad autónoma donde menos niños menores de 14 años fallecieron por accidente de tráfico entre 2005 y 2008. Durante estos años, en los viales vascos perdieron la vida tres menores, lo que representa el 1,1% de todos los fallecidos por este tipo de accidentes. Además, otros 27 sufrieron heridas graves. Para más inri, el territorio con menor siniestralidad vial mortal infantil de toda la CAV fue Álava, que no registró ninguna víctima. Esta evolución descendente se apoya y ancla en la adopción de diversas medidas físicas en el territorio histórico -mejoras en el asfalto o la señalítica o reformas de la red, entre otras, con la eliminación de tramos peligrosos o la habilitación de travesías-, o las que han contribuido a una mayor precaución al volante, por ejemplo, la entrada en vigor en 2006 del carné por puntos. En las últimas semanas, la reducción de la velocidad máxima en autovías y autopistas a 110 kilómetros por hora ha logrado, a nivel estatal, hitos reseñables. Entre ellos, que se hayan sucedido dos jornadas consecutivas por primera vez desde 2003 sin tener que lamentar muertos en la red viaria.

Al analizar la accidentalidad por tipo de carretera, el informe foral, al que ha tenido acceso este diario, concluye que es en la red de interés preferente -autovías como la A-1 y autopistas como la AP-68- donde se producen la mayoría de los accidentes con víctimas, con un 44%, y el mayor número de víctimas mortales, con un 44,7%. No obstante, cabe destacar que en este tipo de vía la peligrosidad a la hora de circular por ella crece porque tiene la mayor intensidad media diaria de vehículos, con 22.326 diarios. Después de esas cifras, los registros del resto de redes parecen minúsculos, pero no dejan de tener su importancia. Por ejemplo, el sistema básico de carreteras cuenta con una intensidad media de 4.066 turismos y camiones al día. Pero, además, hay que tener en cuenta que entre 2005 y 2009 estas vías y sus homólogas comarcales han asistido al inicio de un proceso de incremento del tráfico por sus estructuras que se puede cifrar en porcentajes del 4,61 y 2,62, respectivamente.

Sea como fuere, y teniendo en cuenta el origen del accidente, se indica que las salidas de vía suponen un 46,6% del total de siniestros con víctimas ocurridos en el periodo de tiempo analizado. El escenario de estos dramas es una vía de interés preferente. De hecho, entre autovías y autopistas sumaron 38 muertos y 730 heridos de diversa consideración en el lustro analizado. El segundo percance de tráfico más común son las colisiones de vehículos en marcha, con un 40,1%, mientras que el vuelco es el que menos víctimas registra.

Error humano Del estudio de los datos adelantados por este rotativo se extrae una conclusión nítida y ya sabida. Acostumbra a ser el propio conductor el culpable del accidente que, por lo general, se produce a pleno luz del día, con un asfalto seco y limpio de por medio. En ese sentido, el informe foral documenta los siniestros contabilizados en la red provincial de carreteras con un análisis de las taras de los conductores implicados. La distracción de estos estuvo presente en un 37,7% de los casos, la velocidad inadecuada, en 22,1%; y la infracción a la norma de circulación, en un 11,3%. Tan sólo 42 de los 1.659 accidentes registrados tuvieron como factores aspectos relacionados con la infraestructura, lo que representa un escaso 2,5% del total.