vitoria. Cincuenta años después de poner el primer hombre en el espacio, el ser humano sigue siendo una especie terrestre. Esta circunstancia "sorprendería" a Yuri Gagarin de seguir vivo, explica el director del Planetario de Iruñea, Javier Armentia. "Aquellos pioneros imaginaban que ya para finales del siglo XX el viaje espacial sería algo cotidiano y que estaríamos colonizando Marte", asegura. Para el astrofísico, el sueño de llegar al planeta rojo es poco más que una utopía en los próximos decenios, pese a la promesa de Barack Obama de activar viajes tripulados a Marte a partir de mediados de la década de 2030. "Me parece improbable. Hay demasiados pasos que dar, que exigen desarrollos tecnológicos y apuestas económicas muy importantes".
Los científicos, por tanto, vuelven a posar sus ojos en la Luna. Pero, en opinión de Armentia, ni Estados Unidos ni Rusia ni la UE van a poder tomar el liderazgo en esta materia. Potencias emergentes como la India y, sobre todo, China tomarán la alternativa. "Los chinos podrían enviar un viaje tripulado a la Luna antes de diez años".
Con independencia de lo que depare el futuro, lo cierto es que aún emociona la gesta de Gagarin, porque "salir al espacio es algo tan poco natural que nos sigue pareciendo increíble. Carl Sagan decía que con los primeros viajes más allá de la atmósfera nos colocábamos en las orillas del océano cósmico. El vuelo de Gagarin -resume Javier Armentia- fue el primer chapuzón de la temporada".