molinilla, un pequeño pueblecito perteneciente al municipio de Lantarón, trata de recuperar su pasado. Nada ha sido igual desde que allá por la década de los 50 el éxodo de sus habitantes a las zonas industriales redujera su población de 45 vecinos a tan sólo cuatro. En la actualidad, apenas una docena de personas están censadas en la localidad alavesa, aunque la mayoría no pernocta en sus casas por razones laborales. Por eso, poco a poco, la vida social se ha ido perdiendo hasta el punto de convertirse en un pueblo casi fantasma. En 2004, la constitución de la Junta Administrativa después de casi tres décadas desaparecida, permitió elaborar un proyecto para tratar de recuperar el enclave a través de la actividad agrícola y ganadera. En definitiva se pensó que Molinilla podría ofrecer oportunidades a personas emprendedoras interesadas en establecerse en el medio rural, y parece que el plan empieza a dar sus frutos.

Hace medio año, aproximadamente, una joven pareja decidió instalarse en esta localidad para abrir un negocio dedicado a la elaboración de cerveza artesanal. Además, ya hay personas que han mostrado su interés por iniciar una nueva vida en el pueblo, y contribuir así a su repoblación.

Es el caso del matrimonio formado por Henry Gómez y Maira Belizario, que hace ocho años llegó desde Venezuela hasta Villanueva de Valdegovía para trabajar, ella en una peluquería y él como carpintero. Sin embargo, ahora buscan una oportunidad en Molinilla, donde desean que crezca su hija Alexa, de sólo seis años. "Queremos vivir de la tierra, no de los préstamos, y este pueblo nos ofrece muchísimas ventajas, sobre todo la tranquilidad", asegura Maira.

La pareja asistió ayer, junto con otra veintena de participantes, a unas jornadas organizadas por Itsasmendikoi, el centro de Formación, Inserción y Desarrollo Rural del País Vasco. Bajo el título Desarrollo de la ganadería alternativa en Molinilla, el encuentro tenía como objetivo asesorar a todas aquellas personas que pudieran estar interesadas en establecerse en esta localidad. Los asistentes escucharon de la mano de varios expertos las posibilidades que tiene la zona de cara a impulsar una explotación ganadera, así como las oportunidades que se ofrecen para el asentamiento de nuevos vecinos.

Las jornadas, de hecho, se enmarcan dentro del proyecto Molinilla Vive que ha elaborado la Junta Administrativa, con distintas medidas de actuación de cara a atraer gente al pueblo. El plan va dirigido principalmente a jóvenes, a quienes se les ofrecen facilidades para montar su propio negocio, como el acceso a terrenos o a una vivienda. Y es que se está estudiando ya la edificabilidad de las parcelas así como posibles rehabilitaciones de casas abandonadas. Además, el concejo dispone de 200 hectáreas de monte apto para ganadería y de cinco parcelas de cultivo para secano. Nagore Kortajarena, una de las participantes en estas jornadas, y que conoce de primera mano las dificultades que conlleva poner en marcha una explotación por cuenta propia, califica de "interesante" la iniciativa. No en vano, estudió en Itsasmendikoi Gestión de Empresas Agropecuarias, junto con Monika Baleirón e Izaro Larrucea, que también se acercaron hasta este pueblo. "Los comienzos son muy duros, principalmente porque no tienes recursos, es decir ni dinero ni tierra. La experiencia tampoco te la da nadie, y esta iniciativa de Molinilla verdaderamente es una gran oportunidad", comentaba Nagore.

iglesia como eje Otro de los ejes sin duda del proyecto Molinilla Vive será le iglesia. Una vez recuperada la espadaña y el hermoso conjunto de fuente, bebedero y lavadero, toca ahora iniciar la restauración del templo que está pensado que sea la sede de la actividad socioeconómica y cultural del pueblo. En concreto, la idea es levantar sobre la vieja iglesia un edificio de cuatro pisos que irían destinados a acoger un hogar-escuela, con una doble funcionalidad. Por un lado, que los estudiantes de Itsasmendikoi tengan un sitio donde alojarse mientras realizan sus prácticas en las explotaciones del pueblo, y por otro, que los colegios se acerquen para conocer el trabajo que se está llevando a cabo en la zona. El presidente de la Junta Administrativa, Ángel Fernández de Labastida, calcula que la obra podría estar finalizada en tres años. Confía en que este proyecto, presupuestado en 320.000 euros, sirva para lograr su objetivo. "Tenemos que conseguir que la gente venga a trabajar y a vivir al pueblo", aseguraba ayer.