Vitoria. La oscura trama de presuntos bebés robados en los estertores del franquismo y los primeros años de la Transición ha generado un importante revuelo en Álava, amén de numerosas incógnitas, tras conocerse los primeros casos de la clínica Arana de Gasteiz. Mientras las denuncias se multiplican anticipando una intensa actividad judicial que debería esclarecer todos los detalles de este escándalo, hay quienes se preguntan si tan tétricos episodios podrían repetirse ahora, en pleno siglo XXI, con los protocolos que siguen las maternidades cuando nace un bebé.
Txagorritxu, único centro de la provincia donde se atienden alumbramientos, responde a las dudas de la mano del obstetra José Ángel López, que desempeña su labor en la unidad de partos del hospital desde 1992. El procedimiento de identificación de los bebés a través de una muestra de sangre y la tendencia actual de favorecer el parto natural, con un contacto casi permanente de las criaturas y sus madres, hacen prácticamente imposible que un bebé pueda ser confundido o robado de una unidad como la del hospital vitoriano.
A esto habría que unir otra práctica moderna de la medicina que anima a las madres, en caso de perder al feto durante el parto, a ser plenamente conscientes de su muerte viéndolo, tocándolo y estando con él, para que ese duelo perinatal sea superado de la mejor forma posible psicológicamente. "La madre tiene pleno conocimiento de si su feto ha fallecido o existe un mal resultado. Nadie podrá decir ahora mi hijo a muerto pero no lo he visto", certifica López. Cuando comenzaron a darse los primeros casos a finales de los 60 del pasado siglo, las madres supuestamente afectadas eran sometidas a anestesias generales y, al despertar, sus hijos -a los que se daba por muertos- ya habían desaparecido.
Desde comienzos de la pasada década, Txagorritxu comenzó a implantar la identificación del código genético de los bebés a través del ADN, una técnica infalible que ha sustituido a la toma de huellas dactilares de los pies del neonato. Se trata de una prueba voluntaria, pero más del 99% de las madres acceden a realizársela por seguridad. Para ello, tras resolver las dudas que les puedan asaltar, rellenan un consentimiento informado que sirve para la posterior identificación del recién nacido.
A partir de ahí, se procede a la recogida de una muestra de sangre del cordón umbilical para su posterior conservación, una prueba a la que se une la identificación de la madre, con los datos de su historia clínica en un código de barras, y las huellas dactilares de los dedos índice derecho y pulgar izquierdo de ésta. Todo ello en una misma cartulina. En caso de negativa a hacer la prueba, se procedería a tomar la huella del pie del bebé, como se hacía antiguamente. Prueba que, según advierte López, "no ha demostrado tanta fiabilidad".
Si aún sigue habiendo un número residual de familias que descartan la extracción se debe, según advierte el obstetra, a recelos que apenas tienen justificación. "Que te guarden una muestra de sangre durante un periodo de tiempo ha podido crear dudas en algún tipo de gente sobre para qué se va a utilizar, pero la muestra queda dormida en un armario y sólo si hubiese que hacer una identificación madre-hijo, previa solicitud, se accedería a ese archivo, que está oculto y bajo llave", argumenta López.
De hecho, las muestras de sangre se depositan en el servicio de documentación clínica y archivo del hospital, al que sólo tiene acceso un personal muy restringido. Pasados tres años, todas las muestras se expurgan. Por otra parte, a los niños también se les coloca una pulsera que sirve para favorecer aún más su identificación. Matronas y auxiliares de enfermería son las encargadas de participar en estas labores, a las que se une el ginecólogo en la entrega del consentimiento informado.
López, que nunca ha vivido en persona un caso de confusión de bebés, defiende que se trata de sistemas lo suficientemente fiables, y aunque "no eviten que haya una confusión, sí permiten una rápida identificación una vez producida esa confusión". Además, si la madre tiene problemas durante el parto y necesita acudir a la UCI o a reanimación existen "varios filtros" que dificultan la posibilidad de extraviar al niño, ya completamente identificado y acompañado por otros familiares.
El desarrollo de la historia electrónica en Osakidetza, que también se aplicará a embarazos y partos, permitirá perfeccionar aún más en un futuro no muy lejano estas técnicas. "Todo el historial clínico del embarazo quedará registrado y codificado a través de la red", avanza López. A su juicio, "los cambios han sido tan bestiales que es casi imposible que vuelvan a ocurrir casos similares".