Bilbao. La manifestación del martes no es de los sindicatos de la Ertzaintza, es de la Ertzaintza". La frase, pronunciada por un portavoz sindical, expresa bien a las claras hasta qué punto la marcha convocada en Bilbao, la mayor acción de protesta protagonizada por ertzainas en los últimos 13 años, tiene su origen en el hondo malestar que sufre actualmente el colectivo. De hecho, en las fechas previas muchos agentes han instado a sus representantes a ir más allá y realizar acciones de un calado incluso mayor: "Algunos proponían que acudiéramos a la marcha con el uniforme completo".

Dichas movilizaciones llegarán, sin duda. Lo que es una realidad es el hartazgo instalado en el seno de la Policía autonómica. Por las precarias condiciones en las que tienen que desempeñar su trabajo, por su situación laboral y por la gestión que está llevando a cabo el Departamento de Interior liderado por Rodolfo Ares, quien, tal y como vienen denunciando los sindicatos, ha logrado poner pie de guerra a todo el Cuerpo, desde los agentes de base hasta los mandos. Para conocer en qué aspectos de su labor diaria se concretan estas denuncias, DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA ha conversado con tres agentes que trabajan en unidades y territorios diferentes.

Apenas unos minutos de charla con Ander -como en el resto de entrevistados, un nombre ficticio- se convierten en un listado inabarcable de problemas en el ejercicio de su trabajo. "Se nos prometió que habría más agentes en la calle y seguimos en mínimos; este consejero nos prometió que nos daría los seis días que nos corresponden por asuntos propios y no lo ha hecho; nos prometió que terminaría con las comisiones de servicio y las ha incrementado. Nos prometió que en enero tendríamos ropa nueva y de abrigo, y sigue sin llegar. El material está obsoleto, las antenas del talkie están rotas", enumera este agente de Seguridad Ciudadana de la comisaría de Bilbao.

Agrega que "el dinero se va en un montón de cosas que no revierten en los ertzainas, los vehículos blindados están mal, tenemos que salir muchas veces con los Renault 19, que tienen más de 15 años. Han sacado una furgoneta nueva que es muy bonita pero que es ineficaz porque, dadas sus dimensiones, no sirve para patrullar un pueblo". Así, el número de patrullas Volkswagen Passat es insuficiente: "No hay vehículos blindados para todos y como se han inventado lo de la brigada de refuerzo, no han traído más furgonetas, incluso las han retirado de las comisarías. En Bilbao solo hay una furgoneta blindada y los agentes tienen que salir en las antiguas, que son más pequeñas".

Jon, agente de Tráfico destinado en Álava, añade que "tenemos R-19 con 400.000 y 500.000 kilómetros que seguimos utilizando". "Muchas veces al principio del turno tienes que salir con estos vehículos porque no hay más, y al de una hora tienes que regresar por fallos de cualquier tipo. Es algo lamentable", denuncia Itxaso, ertzaina de Seguridad Ciudadana que también ejerce su labor en Vitoria.

Las bajas temperaturas son un factor fundamental a la hora de trabajar en el territorio alavés, por lo que "la ropa es un elemento fundamental", como atestigua esta policía. "Llevamos un montón de tiempo esperando y no acaba de llegar. Tenemos un buzo, un buff y un gorro, pero no ropa específica para el frío. A los compañeros de investigación también les afecta porque tienen que salir a la calle a hacer pruebas de alcoholemia y demás", explica. Como consecuencia de ello, los propios agentes se tienen que comprar las prendas de abrigo. "Si tienes que acudir a un accidente y estar hora y media a la intemperie te puedes quedar congelado si no llevas ropa adecuada", señala.

El caso de las agentes del Cuerpo es todavía más gravoso por la inexistencia de uniformes específicos para ellas. "El buzo es muy incómodo porque el tallaje está confeccionado para el cuerpo del hombre", explica esta ertzaina. Además, al tratarse de una prenda de una sola pieza, "para el hombre, por su condición física, evidentemente es más fácil de utilizar. Pero claro, para la mujer es mucho más habitual ir al baño y es tremendo".

Cumplir estadísticas Una de las cuestiones que provocan mayor desafección entre los agentes es la sensación de que su trabajo no tiene utilidad práctica como consecuencia de la tiranía de las estadísticas. "Tenemos una serie de rutinas que son lo que denominamos puntos -lugares sensibles como sedes de partidos, etc.-, y al patrullar tenemos que ir irremediablemente de un punto a otro. No podemos estar parados ni hacer una labor preventiva", señala Ander.

Esta forma de proceder desemboca en situaciones como la que explica este ertzaina: "Si estoy en un punto estratégico y en la calle siguiente se está cometiendo un ilícito penal, yo no puedo desplazarme, tiene que venir otra patrulla para ocuparse de ese incidente porque yo estoy cubriendo ese punto". Ya dentro del surrealismo puro y duro, agrega que "yo he hecho una custodia por violencia de género de una mujer que estaba de vacaciones. Ella estaba en Almuñecar y yo en su domicilio haciendo la custodia. Y eso para el ertzaina es una quemazón importante".

Otra consecuencia es que "hay zonas donde no patrullamos nunca, seguramente porque esos ciudadanos pagan menos impuestos", dice Ander. Jon agrega que "te dicen los sitios en los que tienes que estar y a qué horas para que el consejero presente después las cifras en el Parlamento. Al final piensas que no vas a patrullar, vas a controlar, eres un guardia jurado. No hemos perdido la vocación pero sí la función policial. Nos mandan a poner multas, así de claro".