vitoria. El profesional, franco y de verbo fácil, advierte de que al margen del factor biológico las circunstancias psicosociales son imprescindibles a la hora de desarrollar un trastorno de personalidad.
¿A qué se enfrenta la Psiquiatría con los denominados trastornos de personalidad?
Son unos trastornos psiquiátricos que con toda seguridad van a ir en aumento en los próximos años. Aunque siempre han existido, cada vez se van a dar con más frecuencia. Los trastornos de personalidad son la caricatura biológica de una persona cuando todo el sistema sociocultural no ha conseguido reconducirla o reeducarla. En un mundo donde las libertades imperan sobre las trabas, lo más temperamental y primitivo tiene tendencia a salir, porque no siempre se tiene en cuenta que libertad no implica hacer lo que a uno le apetece. El hombre tiene que ser capaz de poner límites a su libertad. Y ese limitar nuestro desarrollo en beneficio de la comunidad es lo que, de alguna forma, no está en los trastornos de personalidad. En la educación recibida no hay límites, es una educación permisiva donde no se desarrolla la capacidad de saber que estamos con los demás, que somos seres sociales.
¿De qué forma se manifiestan los más habituales?
Fundamentalmente, los trastornos de personalidad se clasifican en tres niveles: Uno, el que componen las personas que se meten hacia dentro y prefieren su mundo al externo. Son muy estrambóticas y con una incapacidad para el desarrollo normal de su vida. Un segundo grupo es el de las personas con impulsividad, irascibles, que si no aprenden a controlar la violencia se convierten en antisociales y tienen problemas legales y policiales. En el tercero aparecen esas personas que son maniáticas y angustiosas, a las que les da miedo el mundo. Todas, las de los tres niveles, sufren, pero además fastidian a la gente con la que conviven.
¿Hasta qué punto la genética juega un papel importante en el desarrollo de los trastornos?
Una carga genética y biológica es imprescindible. Todos, por naturaleza, podemos ser más tímidos, desvergonzados o irritables, pero aquí la educación juega un papel fundamental. Hay que compensar nuestras tendencias. Lo biológico siempre es un factor, pero los factores psicosociales, como esa educación recibida, también. Una persona puede ser caprichosa de por sí, pero si su familia no le ha puesto límites...
¿Cuál es el trastorno más común?
Es difícil saberlo, porque muchos de ellos no van a las consultas. Los más llamativos son los que más hacen sufrir a los pacientes, aquéllos que les hacen tener miedo a enfrentarse a la vida. A los impulsivos los solemos ver más a través del peritaje. Y a los que se dejan llevar por su mundo interno, si no tienen problemas, son difíciles de ver en las consultas.
Hablamos de una patología, por lo tanto, infradiagnosticada.
Sí, y eso es algo que por lo general pasa con todos los trastornos psiquiátricos. Hace falta que sean muy patológicos para llamar la atención, que la persona sufra mucho para ir al médico. Hay que tener cuidado porque muchas veces la gente justifica sus depresiones, porque son lógicas, sin saber que eso implica que también pueden ser patológicas. Las patologías psiquiátricas están, por lo general, infradiagnosticadas. Los trastornos de personalidad mucho, las depresiones con frecuencia. E incluso la esquizofrenia, que muchas veces se diagnostica un año después de aparecer la sintomatología.
En la mesa que ha presentado hoy -por ayer- se han detenido especialmente en el Trastorno Límite de Personalidad (TLP), también conocido como "borderline". ¿Ha crecido su incidencia?
Es el más en boga, porque en él se ve perfectamente esa conjunción entre la impulsividad y la falta de barreras. El borderline es la persona que, fundamentalmente, hace lo que quiere, cómo y cuándo quiere, y el resto de la gente es para él un puro paisaje. Utiliza a las personas y rompe con ellas, está tan inmerso en su instintividad y su propia actitud que no tiene claros cuáles son sus límites.
¿El consumo de drogas también suele estar presente?
Sí, porque el TLP es la persona para la que el cántico a la libertad y al no compromiso está por encima de todo. Es una persona que no se compromete con nada ni nadie, tiene que buscar lo novedoso y estar en primera línea de cualquier cosa. La toma de drogas es, por tanto, una de las cosas que más va a utilizar.
¿Es una causa o una consecuencia del trastorno?
Yo diría que es una correlación, como sucede con los grupos violentos de fútbol. Ni el fútbol crea violencia ni la violencia crea fútbol, sino que se conjugan y retroalimentan.
¿Hacia dónde va la investigación?
Actualmente se prepondera el estudio genético y biológico sobre los aspectos psicosociales. No sé por qué, pero creo que es un error. La genética es fundamental, pero por mucha herencia que tengamos el factor sociocultural es básico para entender un trastorno.