Un año más, y van 19, el municipio de Valdegovía se convirtió ayer en la referencia del mundo agrario del territorio histórico. La localidad de Espejo acogió, por segundo año consecutivo, la Feria de la Patata con un alarde de producción típico y olvidando la experiencia del año pasado, en el que el frío y las inclemencias meteorológicas -con heladas intensas y temporales de nieve incluidos- lograron desactivar el evento hasta en dos ocasiones y amenazar con su suspensión una tercera. Pero ayer, la climatología fue beniga (dentro de lo que cabe) y permitió una mañana agradable para que propios y extraños admirasen el tubérculo alavés por excelencia, aquél que sirve para nombrar a los oriundos de esta provincia, los patateros. Por los puestos y tractores pasaron cientos de visitantes, que compraron patatas, pasaron el día entre stands o disfrutaron de la programación cultural y musical (con la fanfarre Gesaltza) y de la gastronomía. No faltó -y ya es una tradición- los esfuerzos divulgativos y de investigación de laboratorios de referencia como Neiker-Tecnalia en el desarrollo de diferentes familias y tipos de patatas y en su salida al mercado.

Las dudas sobre la viabilidad del agro provincial y su futuro sobrevolaron por encima de la cita. Pese a ello, los alaveses sacaron a pasear el orgullo de seguir siendo patateros y lograron que los agricultores de la comarca despachasen cerca de 30.000 kilos del Kennebec y Monna Lisa en sacos de 25 kilos, que salieron a la venta a un precio de alrededor de 10 euros.

Todo tipo de puestos Además, los visitantes aprovecharon las bondades del día para pasear por los cerca de un centenar de puestos de artesanía y de diferentes productos gastronómicos, como embutidos, hortalizas y verduras, queso o vino, entre otros manjares bien reconociobles por su sabor y olor. Miel, pastel vasco, pan, chorizo, talos, pollos asados, ropa, complementos y hasta música podían adquirirse en la feria. Mientras contemplaban el género, la fanfarre llegada desde la vecina Salinas de Añana animaba las calles de Espejo y los más pequeños encontraban posibilidades en varios rincones. Entre ellos, en los talleres infantiles, en el globo aerostático en el teatro de calle o en el rincón de la investigación ¿Sembramos minitubérculos?

Los menos jóvenes encontraron también con qué divertirse. Boilur, que es la agrupación de sociedades gastronómicas del territorio, hizo su habitual degustación gastronómica con pintxos basados en lo mejor del campo alavés. Mientras, los mejores aizkolaris negociaban los troncos que les tocaron en suerte dentro de la competición de Aizkolaris de oro por parejas, que atrajo a la villa de Añana a las cámaras de la televisión pública vasca al tratarse de la semifinal del campeonato.