la desconfianza lleva casi un año afincada en el municipio alavés de Aramaio. Sus habitantes han oído demasiadas veces a las autoridades deshojar el calendario y hacerles promesas continuas de reparaciones que nunca se concretaron. Por eso, ahora que la Diputación asegura haberle puesto los puntos sobre las íes a Adif y señala el 28 de este mes como la fecha límite para que el Administrador de Infraestructuras Ferroviarias entregue reparada la carretera A-2620, los vecinos de Azkoaga, Zabola, Untzilla, Suña y de Ibarra tuercen el gesto con escepticismo. "Primero nos dijeron que abrirían la carretera el veintitantos de diciembre, luego que en enero, ahora que a finales de febrero... Y mientras tanto la paciencia se nos va agotando", advierte María Jesús, quien regenta la taberna Goikoa de la localidad.

Desde el otro lado de la barra y mientras prepara un par de cafés para que la parroquia combata el frío matutino, María Jesús explica que los ánimos de los residentes están encendidos. "Aramaio es un pueblo en el que vivimos 1.400 personas y a todos nos da la sensación de que se han reído de nosotros. Nos han tenido un año mareados con el tema de la carretera y lo único que hemos sacado en claro es que a buenas parece que no se consigue nada. La gente está harta de sentirse engañada y el fin de semana pasado estuvimos a punto de salir con los tractores a quitar las piedras y hacer una locura", reconoce.

El colapso de la carretera, unido al mazazo de la crisis, ha golpeado duramente al enclave. "Llevo 40 años aquí y no había visto nada parecido. El pueblo está muerto", se lamenta. "Antes venía mucha gente de Mondragón a subir al monte y los fines de semana había mucha animación. Ahora no viene nadie, las calles, las tiendas y los negocios están vacíos", añade.

El inicio de las obras del TAV, el consiguiente corrimiento de tierras, el colapso de la carretera A-2620 y todo lo malo que llegó después, no ha venido acompañado de compensación alguna para los responsables de los negocios. "Ni siquiera nos han rebajado algún impuesto para ayudarnos. Esto que nos está pasando, sumado a la crisis, está siendo un desastre. Creo que tenemos que hacer algo sonado, porque en plan pacífico no hemos conseguido nada", insiste.

A pocos metros del negocio de María Jesús, en la Casa Consistorial, el alcalde de Aramaio, Asier Agirre, despliega un plano para aclarar en qué punto se encuentra la situación. Al margen de que la A-2620 se repare o no para marzo, tal y como la Diputación asegura, él insiste en que el problema ahora radica en que Adif y el ente foral cumplan con el compromiso que adquirieron de adecuar y dejar en buen estado el trazado que durante todos estos meses ha servido de desvío para llegar desde Arrasate a Aramaio. Un firme que serpentea por los barrios de Suña, Untzilla, Zabola y Azkoaga y que con el continuo paso de camiones y vehículos ha quedado seriamente dañado. "Queremos iluminación, badenes de velocidad, medidas de seguridad, adecuación de arcenes y reparación del pavimento en esta carretera y creemos que la Diputación tiene que decir algo al respecto, ya que la titularidad es suya", plantea Agirre. "En septiembre, pedimos al diputado de Obras Públicas que anchara la carretera usando las cunetas, un trabajo que no le iba a costar más de 6.000 o 7.000 euros y que nos habría permitido pasar un invierno más tranquilo. Dijo que lo iba a mirar y hasta ahora", indica el alcalde.

La relación entre los responsables de Adif encargados de la reparación de la A-2620 y el primer edil de Aramaio se ha vuelto muy estrecha con el paso de los meses. Así, Agirre ha podido saber que existía voluntad por parte del Administrador de Infraestructuras Ferroviarias de llegar a un acuerdo con los dueños de los terrenos adyacentes para comprarles una parte y ensanchar los viales. Lo malo fue que cuando se alcanzaron dichos pactos, el Ministerio de Fomento cerró el grifo del dinero. El alcalde esperaba que, tal y como le había comunicado el gabinete Agirre, la Diputación se haría cargo de forma subsidiaria de los trabajos a la espera de que Adif recobrara la liquidez, pero no sucedió. Por todo ello, quiere pedir responsabilidades al ejecutivo foral. Porque las carreteras son suyas y porque incumplieron la palabra que le dieron.

Con un dedo siguiendo las líneas dibujadas en el mapa, el alcalde señala que, aunque machacado por el continuo trajín de coches y camiones, el tramo que parte de la salida de Ibarra, llega a Azkoaga y alcanza Zabola, de titularidad foral, no es el que peor se encuentra. Desde la salida de Zabola hasta Untzilla la vía es municipal y Adif la ha reparado, por lo que se encuentra mejor que el tramo anterior. Los verdaderos problemas llegan entre Untzilla y el lugar en el que la ladera se desplomó, bajo Cuatro Vientos. Desde Suña hasta la entrada al caserío de Bolinburu, el asfalto está muy deteriorado y la vía resulta demasiado estrecha. Lo mismo que sucede, unos metros más adelante, entre Zubitzaga y Zubiaundi.

Agirre empieza a enumerar las afecciones que el desprendimiento de Cuatro Vientos ha tenido sobre Aramaio y el listado no para. Quienes se han casado este año en el pueblo se han tenido que dejar un dineral en autobuses pequeños para los invitados, la sidrería cerró provisionalmente la pasada primavera porque el 80% de sus clientes procedían del Alto Deba y dejaron de ir, a la cooperativa de piensos les han subido los precios de los portes... Un cúmulo de desgracias.

En Azkoaga se encuentra Dukiena Jatetxea, uno de los negocios de la zona que han acusado el corte de la carretera. Desde una ventana situada en el primer piso, Rufina, la madre de los encargados del restaurante explica que "este año las cosas han ido muy mal". Su clientela suele llegar mayoritariamente de Arrasate y Aretxabaleta, así que ante las dificultades que todavía presentan las conexiones rodadas, el número de visitantes se ha visto seriamente reducido. Además, las inclemencias del invierno no han ayudado. "Las nevadas y las heladas han sido un desastre, porque provocaban muchos accidentes". "Lo peor es que nadie nos decía nada sobre reparaciones ni sobre plazos ni nada", concluye.

Edurne es vecina de Untzilla y coincide en señalar que las cosas por la zona están "bastante mal" y que el aislamiento ha afectado negativamente a los negocios. También a la circulación. "Ha habido muchos accidentes pequeños, con golpes y coches que se han caído a las cunetas. Antes, la gente salía a andar a la carretera pero ahora no porque la verdad es que da bastante miedo", reconoce.

Maite lleva un agroturismo de la zona y asegura que el incidente le ha dejado sin clientes. "Si por lo menos se alojaran los trabajadores del TAV... Pero por razones de seguridad no les permiten dormir en 15 kilómetros a la redonda, así que se van a Vitoria", desvela. "Esto forma parte del Parque Natural de Urkiola y antes era un sitio muy tranquilo, pero ahora está lleno de coches. A ver si abren de una vez la carretera y volvemos a como estábamos antes", señala.