Juan Carlos y Xabi, miembros ambos de la Cooperativa CUMA Garbilur, observan la enorme máquina amarilla que avanza hacia el montón de remolachas. Los engranajes de la pala echan a andar y las piezas, saltarinas, avanzan mecánicamente hacia la cinta transportadora. Podría pensarse que la gigantesca cargadora sólo tiene como función reunir los frutos y subirlos a los camiones que han de transportarlos hasta Miranda, pero en realidad cumple otra meta añadida y muy importante. De una oruga a otra, las remolachas recorren un largo circuito ascendente que las despoja de tierra, piedras, raíces y suciedad en general. La máquina retorna el sustrato vegetal a la parcela de la que nunca debió de salir, ya que conserva su calidad productiva, y deja en los transportes las remolachas mucho más limpias que cuando la operación se realiza a mano. O mejor dicho a pala. Con ello, además de evitar que los terrones se desperdiguen por doquier se cumple un objetivo mucho más importante desde el punto de vista económico, ya que se evita que la fábrica de Miranda, que compra la producción a peso, descuente del pago final más de un 10% considerado "residuos". Menos trabajo para el agricultor, menor impacto sobre el terreno y mayor beneficio para la cooperativa.
Uno de los grandes problemas que han de solventar los productores a la hora de entregar la cosecha en Miranda son los descuentos que la azucarera aplica en función de la suciedad del producto. Ellos evalúan que porcentaje de lo entregado no es aprovechable -hojas, tierra y piedras- y establecen la rebaja. La media final de dichos descuentos fue, el año pasado, de cerca del 14%.
La recién estrenada cargadora limpiadora evita, por lo tanto, los descuentos, que los camiones transporten una carga innecesaria de raíces y piedras y que la capa de tierra fértil que queda adherida a las remolachas se pierda. Lo único malo es que su precio se va hasta los 350.000 euros. Y esa es la parte en la que interviene la Diputación alavesa para facilitar subvenciones a la maquinaria, siempre que esta se use en común.
Garbilur integra a 34 socios que mueven unas 60.000 toneladas de remolacha anuales producidas en 500 hectáreas de superficie. Su presidente, Juan Carlos Uribe de San Martín, explica que la máquina les aporta numerosas ventajas. "Nos evita transportar la remolacha con remolques hasta una playa, luego amontonarla y sobre todo el tema de los descuentos", repasa. "El año pasado cargamos 59.500 toneladas con un descuento del 10,42%. Los mismos agricultores cargamos con palas otras 19.000 toneladas con un descuento del 10,44%. Ello significa que transportamos 2.700 toneladas de residuos desde aquí a Miranda, unos 150 camiones, con un gasto enorme y una afección al medio ambiente importante", puntualiza.
Con la llegada de la remolacha limpia, las cifras serán mucho más beneficiosas para Garbilur. "Mejoraremos en torno a cuatro puntos de media, aunque también son importantes los picos. En situaciones del 20 al 25% de descuento puede suponer una mejora del 10, del 12 o incluso del 15%. Por ejemplo, una finca que esté al 12% de descuento a pala le va a quitar dos o tres puntos, pero en otras donde la tierra sea más arcillosa y se pegue más a la remolacha se puede mejorar hasta un 15%", aclara Xabi.
"En Álava tenemos las medias más altas de descuentos precisamente por la tipología del suelo. La tierra es arcillosa y la humedad hace que sea difícil de quitar", señala la Diputada de Agricultura, Estefanía Beltrán de Heredia. "Y la Unión Europea ha marcado que todo lo que entre en la azucarera con más del 24% de residuo pierde una línea de ayudas ambientales", añade Xabi.