yécora. En los próximos días comenzarán las obras para recuperar el viejo trujal de Yécora, abandonado desde hace muchas décadas. Aunque su puesta en valor no será para promocionar el cultivo del olivo, sino como un elemento de atracción turística y cultural y también para que los vecinos dispongan de un centro de reuniones.

La reconstrucción de esa instalación, según cuenta el alcalde, Iñaki Ibáñez, es posible "gracias al dinero que nos llega del Gobierno Vasco", fruto del acuerdo de gobernabilidad entre PSE y PP y aunque estaba prevista su inversión el año pasado, no se pudo llevar a cabo porque primero se tuvo que realizar el proyecto de intervención, que tuvo un costo que rondó los 45.000 euros.

Ahora se acaba de adjudicar la obra a la empresa Construcciones Samaniego, S.L., por un importe de 327.683,42, cantidad muy inferior a la de salida, ya que se ofertó por 415.314,87 euros.

Un estudioso de elementos patrimoniales de Yécora, José Ángel Ayala Campinún, recuerda que el trujal de este pueblo es un edificio singular y desapercibido que se encuentra separado del núcleo urbano por la carretera de Yécora a Oyón y al pie de la misma.

El Archivo Municipal recoge documentos, denominados "remates" desde el año 1811. Con ellos el Ayuntamiento dejaba constancia escrita de las condiciones de explotación que se habían aceptado en la subasta de los diferentes servicios municipales: horno de pan, abacería y trujal principalmente.

También era costumbre hacer un sorteo entre los vecinos (unos 130) para establecer un orden la elaboración de la oliva en el trujal, lo que hace pensar en un orden de entrega de la oliva y por tanto de su recolección en los meses de invierno. Tras la elaboración del aceite, el campesino recogía su aceite que lo guardaba en tinajas de barro conforme a criterios de calidad y de utilización: aceite para conservar otros alimentos, para cocinar, para candieles, etc. La producción era para el autoconsumo familiar y en menor grado para practicar el trueque con arrieros y comerciantes que pasaban por el pueblo.

En el siglo XX aparecen documentos formales de las declaraciones anuales de fincas con olivos y cantidad de estos al Sindicato Nacional del Olivo. Se conservan especialmente los del periodo del racionamiento de alimentos a causa de la Guerra Civil española. Este periodo vivió un control estricto del aceite y subproductos. En los años 50, se hicieron importantes mejoras, pero en los años 70, el desinterés de los agricultores por la oliva desencadenó la decadencia del vínculo de este pueblo a la tradición olivarera. Con la llegada de otros tiempos, esta instalación estuvo en la mente de varios alcaldes, que querían arreglarlo pero que no disponían de financiación para hacerlo. El reto era grande: el techo se había hundido y el rescate exigía un presupuesto que se escapaba de las posibilidades municipales de Yécora.

La oportunidad llegó con la financiación mencionada anteriormente. La idea, según el alcalde, Iñaki Ibáñez, es hacer un tejado nuevo. La planta baja conservará la maquinaria, pero reparada y limpia. Se colocarán fotografías sobre las labores del olivo e imágenes antiguas del municipio. La otra planta, la de arriba, se quedará diáfana, con dos salas de usos múltiples y una pequeña cocina, que puede ser de gran utilidad para catas o cursos.

Ibáñez no cree que la instalación sirva para promocionar nuevas plantaciones en la localidad, pero si, al menos, para recordar la historia del municipio, las fuentes de las que vivió y parte de la cultura que se ha transmitido de generación en generación en torno al aceite en la zona.