vitoria. La viudedad llega en forma de frío. Una soledad que lo invade todo, una vida social con menos calor humano y una casa sin calefacción porque con la paga no llega para pagar todas las facturas. "Tus pagos habituales no descienden a pesar de quedarte con el 52% de la pensión. La comunidad, la luz, las contribuciones son iguales estés o no viuda. Llega el invierno y muchas mujeres no pueden poner la calefacción porque no les llega", explica Maite Bilbao, presidenta de la Asociación de Mujeres Viudas de Llodio (Avillo), y de la Federación de Viudas del País Vasco, FEVI.
Al impacto que representa la pérdida del marido, se suele sumar un golpe económico que en muchas ocasiones adquiere tintes dramáticos. "Las pensiones son muy bajas y encima, a veces, como me pasó a mí, heredas también las deudas, tienes que hacer frente a los gastos, a la hipoteca y no llegas. Entonces, las pensiones, ¿de quién son? ¿Del marido, del Gobierno o de la viuda?", añade Pilar Calvo, de la junta directiva de la Asociación de Viudas de Vitoria. "Las viudas mayores, en general, bordean la pobreza", remata el director del área de Personas Mayores del Instituto de Bienestar Social, Antonio Marín.
Otro gran problema de la viudedad es la soledad. "Las viudas son un colectivo muy marginado. Cuando enviudas tu poder adquisitivo se ve mermado y algunas traspasan el umbral de la pobreza, por lo que pasan a ser marginadas. No sólo por la sociedad, incluso por sus propias amistades", señala Maite Bilbao.
"Es un colectivo invisible. La sociedad tiene estereotipada a la mujer viuda como un cero a la izquierda y creo que hay que reivindicar su situación. Por estos prejuicios, la viuda tiene que rehacer su vida porque a veces la sociedad no la acepta", indica Elisabeth Álvarez de Arcaya, de los Centros de Cultura Popular.