vitoria. Durante los primeros días del año 2010, un grupo de 26 menores acogidos en los centros residenciales de Álava, dependientes de la Diputación foral, se fugaron del edificio en señal de protesta por el trato que recibían en los mismos. Por aquel entonces, los centros estaban saturados ya que niños y adolescentes extranjeros no acompañados llegaban en masa al territorio. Ahora, la situación ha cambiado. Sin embargo, un grupo de profesionales vinculados al apoyo de este colectivo ha querido recoger en un informe la opinión de estos menores que un día decidieron plantarse ante las instituciones.

El documento, titulado Menores extranjeros no acompañados en los centros de acogida de Álava, fue presentado ayer en el campus de Álava por la Plataforma de Solidaridad con los Jóvenes Extranjeros Desprotegidos en Vitoria-Gasteiz, durante el transcurso de las jornadas que están teniendo lugar en la UPV, y que concluirán hoy.

El trabajo elabora un perfil de los jóvenes que acaban internos en un centro de estas características. Son varones, procedentes del África subsahariana, que llegaron a la costa española -a Canarias, concretamente- en patera cuando tenían 16 años. Es el 78% de los casos. Además, una vez en Álava, prácticamente ninguno de ellos ha terminado su proceso en el centro donde ingresó inicialmente. De hecho, siete de cada diez asegura haber estado en más de dos centros de estas características, algo que según el estudio "no facilita el que tengan un lugar y unas figuras educativas de referencia estables, lo que supone una sensación de desarraigo permanente".

Todos ellos coinciden en que el trato recibido por los educadores no ha sido correcto. De hecho, el 70% no duda en calificar los centros de menores como "un lugar desagradable". Entre sus principales quejas están las que tienen que ver con el respeto a las costumbres propias de su religión, la musulmana. En este sentido, aseguran que han encontrado dificultades para realizar el Ramadán, y que incluso les han obligado a comer carne no halal en contra de su voluntad.

Otra de las cuestiones que ponen de manifiesto es su intención de seguir en Vitoria una vez cumplan la mayoría de edad y puedan abandonar el centro. Sin embargo, aseguran no haber recibido por parte de sus educadores ninguna instrucción ni formación para prepararse para salir. Dicen que tampoco obtienen ayuda para encontrar alojamiento cuando salen a la calle.