aunque según las estadísticas de la Ertzaintza, en Álava se cometen cerca de 40 delitos y faltas al día, únicamente acaban por salir a la luz pública los episodios más marcados por el dramatismo, aquéllos que o bien terminan con la vida de una persona, dejan heridos de gravedad o concluyen con uno o varios vecinos en los calabozos o entre rejas. El territorio ha vivido en los primeros nueve meses del año varias historias de estas características. Una de las más terribles sucedió el pasado 6 de abril en Agurain, escenario de uno de los cinco homicidios contabilizados por la Ertzaintza en el territorio en lo que va de año.
Bonifacia Ruiz de Arbulo, una anciana de 91 años muy conocida en el pueblo, fue asesinada a cuchilladas por uno de sus nietos en su domicilio durante la celebración de la fiesta en honor a la virgen de Sallurtegi. El arrestado, con problemas por el consumo de drogas, confesó a la Ertzaintza tras su detención que había apuñalado a su abuela en un momento de delirio mental. En concreto, la víctima recibió 24 cuchilladas según los primeros informes policiales que se conocieron. Cuando sucedió el terrible suceso, el joven se encontraba en tratamiento psiquiátrico por sendos trastornos de personalidad y social; además, consumía cocaína, lo que le provocaba episodios de comportamiento conflictivo.
Durante el mismo mes de abril, pero ya en Vitoria, un hombre fue acusado de intento de homicidio después de tratar de acuchillar a otro en un kebab ubicado en el Casco Viejo. Corría el 28 de abril, tras una larga noche de fiesta en honor a San Prudencio, cuando el altercado se desató en un local de la calle Barrancal. Los responsables del mismo aseguraron que el varón intentó clavar un cuchillo de palmo y medio de filo en el estómago de uno de los empleados, aunque el arrestado se defendió diciendo que simplemente intentaba evitar una agresión múltiple.
Otro de los episodios que más ha conmocionado a la sociedad alavesa en lo que va de año es la brutal paliza recibida por un grupo de trabajadores senegaleses, el 14 de julio en el polígono de Lantarón. Los autores, un ex compañero de la empresa en la que estaban contratadas las víctimas, que al parecer había sido despedido de la compañía poco antes por supuesta conducta racista. La brutal agresión fue cometida junto con otras cinco personas, y una de los víctimas resultó herida de gravedad tras recibir un fuerte golpe en la cabeza con una barra de hierro.
Pese al preocupante repunte de la violencia machista, Álava todavía no ha tenido que lamentar ninguna muerte de estas características en lo que va de 2010, aunque las agresiones son, por desgracia, de lo más habituales. Una de ellas, acaecida el pasado 20 de agosto en Gasteiz, concluyó con un agente de la Ertzaintza detenido por disparar al aire en las inmediaciones de su domicilio tras discutir y maltratar a su pareja sentimental. La escena causó una enorme tensión entre los residentes de Ali, quienes al escuchar las detonaciones alertaron a la Policía y se encerraron en sus casas.