Ni un alma más entraba ayer en la parroquia vitoriana de Santa María, que acogió durante una hora la misa en honor al patrón de Perú. Los oriundos del país andino en la capital alavesa no se resistieron a este oficio religioso, en el que no faltaron cantos y bailes como el cuzco. Ni mucho menos la procesión posterior del Señor de los Milagros. Una de las cuatro personas que lo cargaban a sus hombros era David Albán, presidente de Machupichu, la asociación de peruanos residentes en Vitoria. "Es el cuarto año que realizamos esta procesión porque hay 850 residentes en la ciudad", explica Albán.

Tras la correspondiente bendición, cincuenta personas acompañaron al Cristo en su recorrido por el Casco Viejo. "Hace ocho años que llegamos a Vitoria, pero es la primera vez que venimos a la celebración", cuenta en la calle Santa María Marina Castro, quien decidió animarse este año por su "muy creyente" marido, Policarpo. "Claro que iremos luego a comer los platos típicos en la calle las Escuelas", confiesa su devoto esposo.

Diez minutos después, la comitiva se detiene ante la imagen de Santa Ana, a la que rezan un padrenuestro. Un momento que no se quiso perder la cámara de vídeo del vitoriano Javier, quien lo grababa al detalle acompañado de su amigo Darwin. "El vínculo que me une a Perú es que colaboro desde hace 16 años con la ONG Ayuda Directa al Perú. Por eso me he puesto este poncho morado", afirma este hombre de 86 años, quien cree que cada vez se van a ver "más cosas de este tipo" en Vitoria.

"Yo es el primer año que vengo a la procesión porque el año pasado sólo estuve en la misa", confiesa Darwin, quien llegó en 2008 a la capital alavesa.

Tras atravesar la calle Herrería y atraer las miradas de los allí presentes, la comitiva se detiene ante la Virgen Blanca, del exterior de la iglesia de San Miguel. "Hacemos esta fiesta porque en estas fechas se celebra la resurrección del Señor de los Milagros", aclara Wilson Ventosía, de la mano de su hijo Iván, de cuatro años. "Aunque haya durado mucho, la misa se me ha hecho muy amena", opina este nuevo vitoriano en su tercer año en este acto.

Tras otro padrenuestro y salve, el Cristo entra en el templo religioso, donde recibe los parabienes de la Cofradía de la Virgen Blanca.

"Es la primera vez que vengo para ver aquello de la danza en la iglesia", detalla Gloribel Amaya Rodríguez, una hondureña que vino hace seis meses. "Yo le avisé de que se celebraba este acto", dice su amiga Clara Cruz, miembro de la asociación Machupichu.

La lluvía, que caía a cántaros, sólo apareció tras el fin de los actos en San Miguel. Se hizo el milagro.