Vista de los edificios situados dentro del cuartel donostiarra de Intxaurrondo. Foto: ruben plaza
donostia. La Fiscalía de la Audiencia de Gipuzkoa pide un total de diez años de prisión para un Guardia Civil destinado en el cuartel donostiarra de Intxaurrondo por intentar violar a la hija de un compañero y por realizar tocamientos a otra niña, amiga de la primera, durante años en el propio acuartelamiento.
En concreto, la Fiscalía solicita siete años de cárcel por agresión sexual en grado de tentativa a una de las pequeñas, Y.A., que en el momento del suceso tenía doce años. Los hechos ocurrieron, presuntamente, el 14 de mayo de 2007 en el domicilio del propio acusado, F.F., que entonces tenía 55 años. Además, la fiscal pide que se prohiba al agente de la Benemérita que se acerque a la víctima durante cinco años. La abogada de la defensa reclama diez años de cárcel, suspensión de empleo y cargo público y cinco años de alejamiento de la pequeña.
En el caso de la otra niña, S.P., que denunció los hechos en 2007 cuando tenía once años, la petición de pena es de tres años de cárcel por abuso sexual y otros tres de alejamiento de la víctima. La letrada que la defiende interpreta que existe un delito de agresión sexual, por lo que reclama ocho años de privación de libertad y prohibición de aproximarse a la joven durante cinco años.
El agente, quien estaba al cargo del mantenimiento de los vehículos en una oficina del acuartelamiento, mantenía una relación de confianza con las presuntas víctimas, ya que en numerosas ocasiones las trasladaba al colegio en su coche junto a otros dos niños y solía charlar con ellas en el parque cercano a su despacho. Al parecer, el hombre, asimismo, tenía la costumbre de regalar bombones y chucherías a las niñas con cierta frecuencia y paseaba ante el patio del centro escolar en coincidencia con el recreo de las pequeñas.
F.F., además, tenía una amistad que se remontaba años atrás con los padres de S.P., con los que solía coincidir en sus vacaciones en la costa murciana, por lo que conocía a la pequeña desde que nació. "Hacía de padre con ella porque la madre era como si no existiera, y el padre igual", aseguró el acusado en la primera sesión del juicio celebrada ayer.
La presunta tendencia pedófila de F.F. se destapó cuando, según la Fiscalía, el agente invitó el 14 de mayo de hace tres años a Y.A. a subir a su vivienda para enseñarle los cachorros que había parido su perra. En el momento de los hechos, los padres de la pequeña se encontraban de viaje, hecho que conocía el agente porque coincidió con ellos en el aeropuerto, y, además, en el piso no estaban ni su mujer ni una hija.
Según relató Y.A., quien declaró a través de videoconferencia y reconoció que tiene "miedo" del acusado, subió a la vivienda y accedió a una habitación donde estaban los perritos. "Me agaché, me di la vuelta y se había bajado los pantalones y los calzoncillos. Me quedé blanca, quieta, no sabía qué hacer", explicó la joven.