Madrid. La Policía anunció ayer la desarticulación, por primera vez en España, de una red que se dedicaba a traer de Brasil a hombres, aunque también captaban a travestis y mujeres en menor proporción, para luego explotarlos sexualmente en pisos, aunque buena parte de ellos creían que venían para ser gogós, modelos o bailarines.

En la operación fueron detenidas 14 personas, entre ellas el cabecilla de la red, de origen brasileño, además de 17 de las víctimas que se encontraban en España en situación irregular, según explicaron los responsables de la Brigada Central de Redes de Inmigración.

La red contaba con cinco pisos en Palma de Mallorca, tres en Madrid, uno en Barcelona y otro en Torrevieja (Alicante), aunque las víctimas también ejercían la prostitución en un club de alterne ubicado en Mansilla de las Mulas (León).

En total, los delincuentes pudieron traer a España con ese fin a cerca de 80 personas procedentes del estado brasileño de Maranhão, de las que un 80%, es decir 64 eran hombres, y el resto travestis y mujeres, en la misma proporción.

Algunos de ellos, que cuentan con entre 22 y 29 años, sabían que venían a ejercer la prostitución, aunque creían que lo harían en otras condiciones, mientras que otros lo desconocían y estaban convencidos de que iban a ser contratados como gogós, bailarines o modelos. Bajo amenazas de muerte, los chicos estaban disponibles 24 horas para prostituirse y para poder mantener relaciones sexuales continuamente los delincuentes les suministraban popper (una droga para la estimulación sexual), Viagra y cocaína, según explicaron los agentes.

Las víctimas vivían hacinadas en los pisos que contaban con un pequeño salón, donde se presentaban a sus clientes, con los que luego se iban a otras estancias de la casa.

las cuentas Por sus servicios a los clientes, en su mayoría hombres de entre 20 y 65 años, cobraban unos 60 euros, aunque la mitad del dinero lo tenían que entregar a los responsables de la red, a los que tenían que pagar unos 4.000 euros por haberlos traído a España, aunque en un principio les habían asegurado que sólo deberían hacer frente al coste del billete. Además de entregar la mitad de la recaudación, los chicos tenían que pagar a los delincuentes 200 euros por el alojamiento y la manutención.

La organización facilitaba a las víctimas una bolsa de viaje y el billete de avión, que era comprado con tarjetas clonadas, y para no levantar sospechas antes de venir a España pasaban por otros aeropuertos de países como Francia e Italia.

El cabecilla de la red vivía entre Palma de Mallorca y Barcelona y en la Ciudad Condal contaba con un piso, donde residía, aunque también lo convertía en una casa de citas cuando no estaba.

Las investigaciones sobre esta red, que atraía a los clientes a través de anuncios en la sección de contactos de periódicos locales y en páginas web, donde colgaban las fotografías de los chicos disponibles, comenzaron en febrero, cuando uno de ellos denunció los hechos en Granada.

Los arrestados fueron acusados de delitos contra los derechos de los ciudadanos extranjeros, los derechos de los trabajadores y asociación ilícita, además otros relacionados con el tráfico de estupefacientes por proporcionar droga tanto a clientes como a las propias víctimas.