VITORIA.- En el año 2007 comenzó a hacerlo en un piso de protección de la Diputación de Gipuzkoa y el mismo año pasó a formar parte de la asociación Gaztaroan Ekin en la residencia de autonomía Gaztaina donde las jóvenes cumplían la última parte de las medidas judiciales. Tras el cierre del piso a comienzos de año debido a la demanda de centros en régimen semiabierto y cerrado, en la actualidad se encuentra "muy satisfecha profesionalmente" en el centro de reforma de Andoiu.
¿Qué proceso se lleva a cabo una vez que el juez ha decretado el internamiento de una menor en un centro de internamiento?
Las primeras 48 horas tienen que estar en una habitación, aisladas. Después comienzan a integrarse con sus compañeros y hacen la vida en el centro. Las que cumplen medida cerrada no pueden salir, pero si es de régimen semi-abierto o de convivencia pueden realizar actividades fuera con educadores, o solas, si su evolución es favorable.
¿Cuántas menores hay actualmente internos en el centro en el que usted trabaja?
Ahora mismo tenemos cinco chicas y somos doce educadores. Trabajamos en turnos de tres personas y uno de nosotros se queda por la noche.
¿Por qué delitos han sido condenadas?
Antes, la mayoría llegaba al centro por motivos como drogas o robos; pero ahora vienen por violencia doméstica, maltrato a sus progenitores. Provienen de familias con dinero. Se les ha dejado hacer de todo y cuando les han querido cortar se han revelado, empiezan con discusiones y luego pasan a las manos.
¿Cómo es el día a día de estas jóvenes?
Por las mañanas, si no pueden acudir a su instituto habitual por las medidas que deben cumplir, se imparten clases en el centro. Por las tardes tienen otro tipo de actividades: talleres o de ocio ,y algunas tienen permiso para salir a trabajar.
Talleres como, ¿por ejemplo?
De drogodependencias, sexualidad, habilidades sociales, manuales, relajación, cocina y también actividades deportivas.
¿Cómo es la relación personal que tienen con las jóvenes?
Intentamos tener buena relación con las chavalas, pero nuestro papel de educador tiene que quedar claro. Te implicas personalmente, pasas muchas horas con ellas y normalmente son chicas que no han tenido una vida fácil. Intentamos que haya confianza, pero ellas saben que todo lo que nos cuentan, si es importante, tenemos que transmitirlo a la dirección.
¿Qué medidas se toman cuando infringen alguna norma o consumen drogas?
Depende de cada caso. Cuando sospechamos que han consumido les hacemos controles y si dan positivo se les sanciona sin salidas de fin de semana. Si su comportamiento continúa o se agrava, se habla con ellas y se les imponen otro tipo de sanciones.
Tiene que ser muy duro para unos padres denunciar a su propio hijo, ¿qué les hace decidirse?
Cuesta bastante. Antes de poner la denuncia llegan hasta el último extremo. Cuando les levantan la mano… les cuesta pero, al final, tienen que poner denuncia. Al principio, los padres intentan protegerles pero hay que dejarles claro que su hija ha hecho algo que está mal y hay que cambiar su comportamiento. Muchas veces es imposible trabajar con las madres porque tienen a defender a sus hijos.
¿Cuál es la reacción de las menores al saber que han sido denunciadas por sus padres?
Todas se lo toman muy mal. Saben que han actuado mal, pero no hasta ese punto; se creen que tienen derecho a tratar así a sus padres. Nosotros intentamos cambiar ese chip, que se vean responsables de lo que han hecho para que no vuelva a ocurrir, pero es muy difícil porque si sus padres no cambian, por mucho que cambien las chicas, al final, cuando vuelven a casa, regresan los problemas.
Es decir, ¿primero habría que cambiar la educación de los padres?
Deberían hacer terapia familiar.
¿Cuáles son los pasos a seguir para rehabilitar a estas jóvenes?
Cada una tiene unos objetivos. Cuando entran al centro, la Fiscalía nos envía un informe y nosotros elaboramos el llamado Proyecto Educativo Personalizado con los objetivos en base a lo que dice el juez y las necesidades de cada interna. Esos objetivos se trabajan en las tutorías y talleres.
¿Salen rehabilitadas del centro?
Algunas sí; otras no. Hay chicas que vienen de la calle, no tienen familia, están muy a gusto en el centro porque las necesidades básicas las tienen cubiertas, tienen cariño, realizan actividades, están con gente de su edad y cuando salen no tienen nada, ningún apoyo y siguen robando y tomando drogas.
¿Qué solución cree que se les debería dar a esas chicas?
Yo pondría pisos para personas que han tenido problemas, donde les ayuden a integrarse en la sociedad y a encontrar trabajo.
En ocasiones se han denunciado las malas condiciones que se dan en estos recintos. ¿Cuál es la situación de Andoiu?
Las condiciones están muy bien. Para ellas es un chalé, muchas dicen que su paso por el centro es como unas vacaciones pagadas. Las menores hacen actividades de todo tipo: van al cine, a la playa...
¿Ha pasado alguna vez miedo en el centro?
En Andoiu no, pero en el piso mixto de Donostia, mucho. Ahí aprendí lo que realmente era miedo. Había dos internas que pegaban, intentaron violar a una educadora… A mí no me tocaron, era la que mejor me llevaba con ellos, pero me daba miedo porque siempre que había problemas tenía que ponerme en medio. La Ertzaintza se pasaba todas las noches por casa.
Hace un año, muchos de los centros de acogida de menores inmigrantes no acompañados estaban saturados.
El problema es que se produce un efecto llamada. Vienen con un pasaporte de su país en el que pone que son menores de 18 años, para poder quedarse. Aquí se les hace una prueba ósea, que determina que los supuestos menores tienen veintitantos años; pero no se puede hacer nada porque, según la legislación vigente, la referencia se toma del pasaporte. Además, saldría más caro ir a juicio y mandarles de vuelta a su país que mantenerlos aquí.
¿Cree que en determinados casos sería lícito juzgar a un menor como un adulto? ¿Puede la justicia llegar a ser muy laxa con ellos?
Creo que un menor es menor, y no tiene que ser juzgado como una persona adulta. Si cometen un delito, no es sólo debido a un error suyo, sino de la sociedad. Me refiero a casos como hurtos menores o drogas; pero si actúan como adultos deberían pagar como adultos.
Las condiciones de trabajo no parecen las óptimas…, ¿qué beneficios le reporta este trabajo?
Te aporta mucho saber que una persona ha salido adelante, seguimos teniendo contacto con ellos y te lo agradecen.