cONVERTIRSE en Edurne Pasaban o en Juanito Oiarzabal por unos días es una de las opciones de turismo que mayor aumento de demanda ha sufrido este verano. Ya no parece tan extraño encontrar en los escaparates de las agencias de viaje de las ciudades vascas expediciones a los techos del mundo: el Everest, en la cordillera del Himalaya (8.848 m); al Cho Oyu, situado en la misma cordillera (8.201 m); o al Muztaghata, segundo pico más alto de la cordillera del Kunlun (7.547 m).
Es tal el auge del alpinismo en estos momentos, que ETB estrenará en octubre un reality en el que el objetivo será la ascensión del Aconcagua (6.959 m), la cumbre más alta de Sudamérica. Este programa, presentado por Julian Iantzi y liderado por el propio Juanito Oiarzabal contará con ex concursantes de El conquistador del fin del mundo como participantes y tratará de mostrar la crudeza de la alta montaña.
Fuera de cámara, la demanda del turismo de aventura y, más en concreto, el de alta montaña lleva varios años sufriendo un aumento continuo. Los motivos pueden encontrarse en las hazañas logradas por nuestros alpinistas en los últimos años y, según nos indican desde Viajes Aran, agencia situada en el centro de Donostia, "en la arraigada cultura de montaña que existe entre nosotros, los vascos". Puede que el porcentaje de personas que se decantan por este turismo no sumen aún un gran número, pero lo que está claro es que los que entran en el mundo de la montaña no pueden escapar de él.
Uno de los destinos más demandados es el Kilimanjaro. Natur Trek, empresa dedicada a la organización de trekkings y expediciones, señala que "esta cima africana te da posibilidades que muy pocas localizaciones en el mundo ofrecen". "Podemos conjugar en pocos días el hacer cumbre en una montaña de 5.891 metros, con realizar un safari o descansar unos días en las playas de Tanzania" , añaden. Esta diversidad le hace uno de los destinos más atractivos.
Las siete cumbres (las más altas montañas de cada uno de los continentes: África, América del Norte, América del Sur, Antártida, Asia, Europa y Oceanía) son otro de los destinos más solicitados por lo emblemático de sus cimas. Los aventureros que se atreven con este tipo de turismo cuentan con una variada oferta.
Turistas de montaña Es difícil realizar un perfil del tipo de aventurero que se anima a realizar estos viajes, pero desde Natur Trek indican que "suelen ser personas de un nivel adquisitivo medio-alto y de entre 40 y 60 años". "A partir de cierta edad nos gusta viajar con todo atado, sin andar perdiendo el tiempo en cada sitio, buscando uno mismo las infraestructuras", afirman. Por este motivo, muchas de las agencias que ofrecen expediciones de alta montaña ofertan, junto con el viaje, el acompañamiento de un guía que ayude a los expedicionarios en la ascensión.
El tiempo es otro factor clave. Si bien ascender un cinco mil o un seis mil como el Huascarán o el Llullaillaco (en la cordillera de los Andes) puede llevar un par de semanas, los que busquen mayores desafíos con cimas como el Cho Oyu deberán reservar 45 días. La ascensión más costosa de las que se ofrecen es la del monte Everest, quien se atreva a ascenderlo deberá contar con 70 días. Por lo tanto, no todo el mundo dispone del tiempo suficiente para acometer uno de estos viajes.
Cada vez son más los que se animan con este turismo, y no sólo gente profesional en el mundo del alpinismo. Los expertos recomiendan que antes de realizar este tipo de travesías se tenga algún tipo de experiencia en alpinismo o trekking. En un entorno más próximo, encontramos lugares adecuados para iniciarse en el trekking internacional. Los Pirineos o el Atlas (en su zona de Marruecos) son lugares idóneos para quien quiera conocer este mundo y, posteriormente, decida pasar a cotas más altas.
Este paso de iniciación es clave, ya que cada vez son más los que desean subir ochomiles sin tener ningún tipo de formación previa. Hay que ser conscientes que ascender estas cumbres no es como visitar cualquier lugar turístico. Es necesaria una buena condición física, saber lo que se va a encontrar al llegar al destino elegido, conocer la climatología adversa y ser consciente de los problemas de adaptación del organismo que se pueden sufrir a determinadas alturas. Es responsabilidad de los organizadores asesorar a quienes vayan a realizar un viaje de este tipo, porque a pesar de estar perfectamente planificados, no se puede obviar que siempre existe un cierto riesgo.