rioja alavesa y la Sonsierra guardan un tesoro que hasta ahora no ha recibido la atención suficiente para su puesta en valor, tanto turístico como para profundizar en la historia del vino. Se trata de los lagares rupestres, excavados en la roca, de los que no se conoce ni tan siquiera su número exacto. Ahora, un Congreso sobre Lagares, Pilas y Lagaretas repartido entre Labastida y San Vicente de la Sonsierra (La Rioja) y que se clausuró el pasado viernes ha puesto en evidencia la gran cantidad de estos elementos históricos que todavía quedan, pero sobre todo lo numerosos que son en todo el mundo. En Italia, en un municipio de sólo 35 kilómetros cuadrados, tienen inventariados 700, que son además el reclamo turístico de esa zona.
67 personas procedentes de la arqueología, la historia, la antropología y hasta bodegueros y profesionales del turismo enológico han asistido a la cita, convocados por el antropólogo Luis Vicente Elías y Miguel Larreina González, quienes han contado con una implicación total de los alcaldes de San Vicente y Labastida, interesados en dar a conocer esa riqueza de sus territorios.
En el congreso ha quedado demostrado que estas construcciones que se realizaban sobre roca, que se ahondaban y dejaban un canal para la salida del mosto, existen desde la época prerromana y se han estado utilizando hasta los años 50 en algunas localidades de Portugal. Lo que les ha sucedido en el territorio es que al dejar de utilizarse, la gente terminó confundiendo su finalidad y, así, algunos apuntaban a que eran altares antiguos donde se realizaban sacrificios humanos. Otros creían que eran los recipientes donde los pastores elaboraban queso y, en otros sitios, se explicaban como el lugar donde se escurrían los paneles de miel. Nada más lejos de la realidad.
En Rioja Alavesa tampoco se han dedicado recursos, ni demasiado interés, en investigar las raíces de estos lagares. Tan solo hay algunas referencias de Busca Isasi o Ruiz de Laizaga, hasta que en 1994, en Labastida, se celebra un Congreso sobre historia, donde se deja definido que estas instalaciones eran lagares de campo, porque estaban apartados de las villas.
El primer acercamiento a la importancia histórica de los lagares llegó de la mano, como otros muchos temas, de Salvador Velilla Córdoba. Este alavés de Lapuebla de Labarca publicó en el año 2001 un primer estudio sobre estas construcciones desmitificando algunas de las cosas que se habían dicho y destacando la importancia que tuvieron en la antigüedad, ya que en sus proximidades había dólmenes, ermitas, pequeñas aldeas y hasta un monasterio.
Velilla llegó a catalogar en aquella fecha hasta 140 lagares en Rioja Alavesa y la Sonsierra riojana, y desde entonces han ido apareciendo más hasta llegar a cerca de 180, aunque buena parte de ellos están dañados por el trasiego de la maquinaria agrícola o de la pesada para quitar piedras de las parcelas de viñedo.
La sorpresa de este último congreso vino por la cantidad de gente que se interesaba por estas construcciones, ya que aparte de los 67 inscritos y del absoluto interés puesto por los alcaldes de las dos localidades, ha habido más de 400 personas, según Luis Vicente Elías, que han estado siguiendo las evoluciones del congreso. De hecho, de las nueve conferencias programadas se ha pasado a 30 actos, gracias al elevado número de comunicaciones recibido. Además, en la última jornada se aprobó un catálogo de medidas con las que se pretende conocer, proteger y promocionar ese patrimonio histórico y cultural.
En esta declaración, se solicita un compromiso de las autoridades de La Rioja y el País Vasco para que apoyen la protección y puesta en valor de los lagares rupestres, así como que incentiven la investigación en sus distintas facetas: arqueológica, histórica y enológica. El Comité Científico del Congreso pide, asimismo, la declaración de Bien de Interés Cultural de estos LRR y que las autoridades municipales donde existan lagares incorporen medidas concretas de protección de estas reliquias y su entorno.
recurso enoturístico Desde el punto de vista de que los lagares eran una esforzada industria vitivinícola medieval y una muestra más evidente del vino Rioja primigenio, solicitan de las autoridades vitivinícolas de La Rioja y Álava, así como del Consejo Regulador y de los grupos bodegueros, que asuman el gran valor de estos lagares, lo incorporen a su acervo cultural, agronómico y económico, cuidando la información que sobre ellos se dan.
Para su puesta en valor, proponen la consideración por las autoridades de turismo de La Rioja y el País Vasco de los LRR como recurso enoturistico de primer orden y han propuesto a todos los interesados en esas construcciones la constitución de un foro o asociación de amigos de los lagares, mientras que a los alcaldes de San Vicente, Ábalos y Labastida se les ha solicitado la constitución de un organismo coordinador para trabajar conjuntamente y con criterios unitarios.
Finalmente, se ha lanzado la idea de crear un centro de interpretación de los LRR que potencie el conocimiento y la difusión de los lagares y de los elementos arquitectónicos medievales vinculados al vino y la historia medieval de la comarca.