vitoria. El mal funcionamiento de los mecanismos que controlan el estado de ánimo se encuentra detrás de la aparición de esta patología crónica y que surge "en la inmensa mayoría de los casos" antes de los 25 años. La alternancia de las fases de euforia, también conocidas como maníacas y caracterizadas por la hiperactividad, la locuacidad o el exceso de confianza, con las depresivas, marcadas por el enlentecimiento, la tristeza o la fatiga, constituye su principal síntoma, aunque el comportamiento de cada paciente podría calificarse como un mundo. La detección precoz de la enfermedad, que en sus primeras manifestaciones suele pasar desapercibida para quien la sufre, supone aún un enorme caballo de batalla para los profesionales.
¿Cuáles son los avances más significativos que se han logrado últimamente en el tratamiento del trastorno desde los campos farmacológico y psicológico?
A nivel farmacológico, el mayor hito logrado es poder disponer de algunos fármacos específicos para tratar la depresión bipolar. Y otro aspecto importante es clasificar los tiempos de los pacientes en función de si tienen más fases maniacas o depresivas, tener en cuenta la polaridad de su trastorno. Porque en función de ello pueden servir mejor unos fármacos u otros. A nivel psicológico, se ha avanzado mucho en el tratamiento psicoeducativo, que consiste en dar una información estructurada a los pacientes sobre su trastorno, los efectos secundarios de los tratamientos, que aprendan a cortar o adelantarse a sus fases, a relajarse, evitar el estrés... y a que se conozcan un poco mejor. Son doce sesiones que, con relativamente pocos recursos, consiguen mejorar mucho la calidad de vida de los pacientes.
¿Sigue siendo uno de las patologías más habituales en su consulta?
Sí, es bastante prevalente. Y es normal que casi todos conozcamos a personas que sufren esta enfermedad. No obstante, las patologías psiquiátricas están bastante estigmatizadas y se tiende a no hablar sobre ellas o a hacerlo inadecuadamente. Quien la padece, generalmente no lo dice con la misma tranquilidad que se reconoce padecer diabetes o hipertensión, por ejemplo.
Avanzar contra la estigmatización parece un camino estancado.
En los últimos años se ha avanzado un poco. Hay toda una línea de trabajo de la OMS para dar a conocer una vertiente adecuada del trastorno bipolar, pero queda bastante camino por recorrer, porque por lo general la gente acepta tener un problema psiquiátrico menor y lo dice con facilidad, pero si sufre una patología más grave, como un trastorno bipolar o una esquizofrenia, tiene enormes dificultades para tratar el tema.
En su conferencia ha incidido también en la importancia de los cuidados saludables, la tercera "pata" fundamental de los tratamientos.
Sí, porque son personas que se abandonan en sus fases depresivas y por eso conviene que introduzcan unas pautas saludables como las que necesita cualquier persona. Hacer ejercicio, comer adecuadamente, evitar el alcohol, las drogas y el tabaco... un cuidado normal porque tienen un riesgo alto de padecer enfermedades cardiovasculares. El sobrepeso, por ejemplo, se ve con frecuencia en los pacientes, porque tienden a moverse menos en sus fases depresivas.
¿Qué conductas peligrosas son más frecuentes en las fases maniacas?
Un síntoma muy típico es que sienten que no necesitan dormir, que tienen mucha energía, lo que genera un estrés al organismo porque están continuamente activos. Como tienen el juicio alterado, a veces hacen compras innecesarias, o se meten en negocios sin pensarlo, venden o regalan bienes, abandonan el trabajo sin despedirse...
¿La detección temprana es el primer paso para lograr la mejor calidad de vida posible del paciente?
Uno de los temas más estudiados es el retraso en el diagnóstico, porque lo desconocido cuesta más reconocerse. Cuando una persona se marea, sabe que no es normal y va al médico. Pero si se encuentra triste y no conoce que eso puede ser una enfermedad, a lo mejor no consulta. Y al contrario también, cuando uno se acelera y está muy contento puede creer que eso es parte de su carácter.
¿La genética está siempre detrás de la aparición del trastorno?
Es una causa necesaria, pero no suficiente. Se sabe que es una enfermedad de origen genético, pero aproximadamente un 10% de la población tiene vulnerabilidad genética y no todos, ni mucho menos, la desarrollan. Sólo lo hace un 20% de las personas en riesgo.