ÁLava podría convertirse en un modelo para que Naciones Unidas haga suya la lucha contra la ablación del clítoris y la traslade a otros países. La Diputación alavesa firmó ayer un convenio de cooperación directa con la asociación Wassu-Kafo Gambia con el fin de erradicar la mutilación genital femenina mediante la creación de un observatorio para su prevención. Los 60.000 euros que la institución foral destinará este año pretenden sensibilizar sobre esta práctica a la que se somete el 80% de las mujeres de Gambia -871 casos clínicos analizados- y que, curiosamente, también apoya el 50% del personal sanitario. Sin embargo, la cifra puede ser más alarmante ya que según la Organización Mundial de la Salud (OMS), este año dos millones de niñas están en riesgo de sufrir este ritual, que además de en África, también se puede llevar a cabo en Europa, dada la actual moda de la cirugía genital.

"Con las mujeres emigrantes se puede hacer un abordaje perfecto de la prevención, como con las 133 menores de 14 años residentes en Vitoria mediante la educación y control, por si en algún recreo dicen que se van de viaje a África y luego vienen mutiladas", explicó ayer Adriana Kaplan, antropóloga e investigadora del proyecto Observatorio y nuevas estrategias para la prevención de la mutilación genital femenina en Gambia: Conocer para actuar, durante su comparecencia en las Juntas Generales de Álava.

La formación para erradicar esta práctica ancestral resulta crucial. "El peor insulto que puede recibir allí una mujer es solima (guarra), para aquéllas que no están mutiladas", matizó Kaplan. La población gambiana asocia la mutilación a hipotéticos beneficios, como que potencia la fertilidad o que facilita un parto menos doloroso. "Lo cierto es que aumenta la mortalidad al dar a luz al haber más desgarros por tener menos elasticidad. Diez días después de sufrir la ablación, han llegado a los centros de salud 65 niñas con hemorragias e infecciones", ilustró la antropóloga de nacionalidad argentina.

El segundo objetivo que se propone el citado convenio es el desarrollo de un alternativa al ritual de la ablación. De este modo se apuesta por mantener su sentido social y cultural, mediante las danzas que las mujeres les brindan a las niñas recién mutiladas como símbolo de su conversión en mujeres, aunque eso sí, eliminaría la agresión física que conlleva.

La impulsora del observatorio citó a Etiopía y a Guinea como "dos casos tristes" en los que queda patente la prevalencia de la mutilación genital, a pesar de que sus respectivas legislaciones prohiben esta práctica. "En Etiopía se legisló en el 1985 y cinco año después un 90% la seguía. En Guinea también se legisló en 1985 y en 1999, un 99% aún está mutilada", ilustró Kaplan.

La situación tampoco es halagüeña para los países africanos más desarrollados. En Egipto, en 1995, el 97% de las féminas se habían sometido a la ablación. Una década después, el 96% de ellas continuaba con el rito. Tan sólo un 1% descendió su prevalencia en diez años.

Kaplan es consciente de que el proyecto en Gambia se encontrará con muchas dificultades. "A los políticos no les interesa porque pueden perder el voto de las mujeres", matizó la investigadora. Aun así, una pequeña luz se vislumbró al final del túnel el año pasado, cuando del 5 al 7 de mayo más de 200 participantes asistieron a la conferencia internacional celebrada en la localidad gambiana de Brufut con la ablación como hilo argumental.