vitoria. Los vecinos de Mariturri se han convertido, a fuerza de recibir golpes, expertos en diversos campos. Dominan el urbanismo y saben que un edificio que sirve para el clima mediterráneo no va bien en Vitoria, saben de leyes y entienden que cuando no queda otro remedio pueden acceder a sus viviendas con un notario, policía municipal y un cerrajero y, sobre todo, atesoran una dilatada experiencia en robos. En trasteros, en garajes, en el interior de vehículos aparcados, en los materiales de los propios edificios... El capítulo de la seguridad, o más bien de la falta de ella, ha ocupado largas horas en las charlas vecinales. Ahora, tal y como reconoce el presidente de la asociación de vecinos de Mariturri, Adolfo Gago, la situación ha mejorado.
En parte porque la presencia de la Policía Local es mayor que antes. "Pasan en coche y en moto, nunca andando. Sabemos que los agentes tienen piernas porque les vemos tomando café en los bares de la zona", señala Patricia, una vecina del barrio. El otro factor que ha contribuido a mejorar la tranquilidad en el barrio ha sido la propia disposición de los residentes. Han tomado conciencia de lo precario de su situación, se saben un blanco fácil de los ladrones, se preocupan por controlar más su entorno y, sobre todo, han pagado de su bolsillo e instalado numerosas cerraduras.
"De las buenas, no de las que te repone el seguro, que esas son una mierda y te las cargas de un martillazo", apunta Aitor, vecino de la plaza porticada, mientras guarda la bicicleta en el trastero. A él nunca le han robado porque siempre lo ha tenido abierto hasta que decidió usarlo. Entonces cambió el bombín y puso un candado. No quiere quedarse sin medio de transporte.
En su torre, la número ocho, han cambiado incluso los mandos de los ascensores. "Por seguridad", explica. El resto de las comunidades de vecinos de la zona montan el mismo modelo de la misma marca, una conocida empresa de Vitoria. El precio debía constituir la parte atractiva de la instalación, ya que la seguridad no es su fuerte. "Yo vivía en Salburua -apunta de nuevo Patricia- y la llave de seguridad del ascensor de allí me sirve para aquí. De hecho, la he probado en un montón de portales de la ciudad que usan el mismo modelo y funciona en todas". Lo barato sale caro.
fotografías y recuerdos A Patricia no le han reventado el trastero, pero por si acaso ha cambiado la cerradura y ha pagado una de las caras. A su vecina sí que le entraron a robar "y, sorprendentemente, dejaron las dos bicis que guardaba allí y se llevaron dos maletas", relata. Los ladrones se debieron quedar satisfechos, ya que únicamente contenían fotografías y recuerdos familiares.
A Mari Carmen, que reside en la calle Reina Sofía, también le desvalijaron el trastero. O más bien lo intentaron, porque cuando accedieron al mismo se lo encontraron vacío. "Ni me di cuenta de que habían entrado porque hasta me dejaron puesta la cerradura en su sitio. Fui a abrir la puerta y me quedé con toda la pieza en la mano", recuerda. En su caso, más que disgusto, el robo representó una molestia. Tuvo que ir a presentar la denuncia correspondiente a la Policía, acudir a la gestoría para reclamar al seguro, preocuparse de, siguiendo las recomendaciones que le dieron en la propia gestoría, buscar un candado de seguridad e instalarlo... En su caso, los vecinos le dicen que tiene suerte porque la puerta del trastero le queda justo detrás de la parcela del coche. "Me comentan que si lo arrimo mucho a la puerta no pueden entrar, pero tampoco es plan", reconoce.
ponerse las pilas Mikel, que también vive en Mariturri, explica que los vecinos "se han puesto las pilas" sobre todo a lo largo de la última semana. Ya no resulta tan sencillo pasar de una comunidad de vecinos a otra en las manzanas en las que el garaje subterráneo es comunitario y se convierte a la vez en el escondite perfecto para los atracadores y en la manera de saltar de edificio en edificio haciendo de las suyas, esto es, entrando a las casas a robar.
Nadie queda a salvo de los atracos. Incluso la comunidad en la que vive el presidente de la asociación de vecinos fue víctima de un robo bastante peculiar. Los cacos se llevaron nada menos que el motor que abre y cierra la puerta del garaje, de manera que han tenido el acceso abierto durante un mes. Ahora acaba de llegar el repuesto.