la noche del 21 de mayo de 1937, el puerto vizcaíno de Santurtzi es testigo de cómo 3.861 niños vascos se suben al transatlántico Habana rumbo a Southampton. Poco más de 200 adultos, entre profesores, auxiliares y sacerdotes, acompañaron en su viaje al Reino Unido a estos menores de 15 años que fueron acogidos por la organización Basque Children´s Committee. Al atracar en esta ciudad inglesa, los niños fueron alojados en el improvisado campo de refugiados de Stoneham. Después, serían distribuidos a colonias de Escocia, Inglaterra y Gales, aunque la mayor concentración de hogares para los pequeños vascos se situó en Londres y alrededores. A finales de 1939 -ya acabada la Guerra Civil- la mayoría de los niños ya habían sido repatriados. Unos pocos, sin embargo, aún siguen allí.

En total, 33.000 menores fueron expatriados en barcos durante los meses de marzo a octubre de 1937 para huir de las balas y bombardeos de la contienda española. Tras su particular itinerario por el Museo Marítimo de Bilbao o el centro cívico de Unzaga de Eibar, ayer llegó a Vitoria la exposición Toda una vida siendo niños. La muestra es una especie de viaje en barco ya que navega a través de los diversos puertos, como el francés de La Pallice, pero también de otros de Bélgica, México o el de la entonces Unión Soviética, donde arribaron las expediciones infantiles. La sede de Ezker Batua en Nueva Fuera 15, acoge hasta el 14 de mayo una treintena de instantáneas en blanco y negro que muestran el periplo vital de los niños de la guerra vascos. En horario de 10.30 a 14.00 horas y de 16.30 a 20.00 horas, se puede ver cómo aquella contienda no sólo marcó la vida de sus padres, sino que rompió su infancia obligándoles a crecer rápido. "Hemos elegido el 13 de abril para inaugurar esta exposición con motivo de la proclamación de la II República. Queremos homenajear a todos estos chavales que tuvieron que huir de los horrores de la guerra", explicó ayer Nerea Gálvez, portavoz de EB en las Juntas Generales. Pero las imágenes rescatadas por la fundación Idi Ezkerra, además de recordar la historia de estos niños de hace 73 años, también pretenden ser una "llamada de atención" para que estas expediciones no se tengan que volver a repetir, para que sus vivencias no se pierdan en la historia de la memoria colectiva.