vitoria. Los servicios hospitalarios de Alergología echan chispas con la llegada de la primavera. Así lo atestigua María Teresa Audicana, especialista del Hospital Santiago, que en las últimas semanas ha visto multiplicado su trabajo debido a la progresiva incidencia de la polinización en el territorio. Pero al margen de que su especialidad atraviese ahora por su particular temporada alta, dos nuevas realidades están convirtiendo las jornadas de los alérgolos en todavía más frenéticas: El número de alérgicos crece en el territorio y, además, el perfil de los pacientes cambia hacia otro caracterizado por la sensibilidad a varios tipos de polen. "No sólo vemos cada vez más pacientes, sino que comienzan a destacarse los alérgicos polisensibilizados", argumenta Audicana.

Se trata de alérgicos que, con el paso de los años, han desarrollado intolerancia a nuevas modalidades de polen. Algunas presentes en plantas o árboles, otras en alimentos, generalmente vegetales. Generalmente, son pacientes que oscilan entre los 20 y los 30 años, "adultos jóvenes", para los que el diagnóstico y los tratamientos "se complican".

Al margen de la vacunación, a la que hay que recurrir "siempre que los síntomas sean intensos y no se controlen con la medicación", existen una serie de recomendaciones a seguir cuando el polen alcanza niveles altos en la atmósfera. En el caso de las gramíneas, los 30 granos por metro cúbico. Entre otras, cerrar las ventanas, frecuentar un ambiente húmedo, evitar el contacto con el campo o utilizar las siempre recomendables gafas de sol.