Nanclares de la Oca. La tercera Ley de Newton, conocida como principio de acción y reacción, establece que si un cuerpo actúa sobre otro con una fuerza, éste responde con otra fuerza de igual valor y dirección, pero de sentido contrario. Una máxima aplicable a lo que sucede en el municipio alavés de Iruña Oka con motivo de la construcción de la macrocárcel de Zaballa. La obra ha despertado un aluvión de críticas por parte del estamento político y el movimiento ecologista, pero ha provocado, de forma paralela y en sentido contrario, una oleada de tranquilidad para los titulares de muchos de los establecimientos comerciales de Nanclares de la Oca. Los trabajadores encargados de la materialización del proyecto pernoctan, desayunan, compran y, en definitiva, generan un flujo económico en la localidad que representa todo un alivio en un mar de crisis. Aunque FCC maneja un plazo inicial de 22 meses para entregar la obra, los pequeños comercios del entorno esperan que los trabajos se desarrollen con la mayor tranquilidad posible.
Fausto, dueño del Restaurante Langraitz, lo manifiesta sin ambages: "Si no fuera por la nueva cárcel, estaría arruinado". Su negocio vive del menú del día, de las raciones y de los platos combinados, un imán para los currantes. Antes del inicio de las obras, el estado de sus cuentas estaba bajo mínimos y el arranque de la recesión coincidió con el fin de la reforma del local. Cuando las deudas estaban a punto de ahogarle, se jugó el todo por el todo. Compró su participación a los socios que compartían su aventura empresarial desde hacía cinco años y se lanzó a la piscina en solitario. La suerte le sonrió. A partir de septiembre, la afluencia de clientes comenzó a crecer y después de las navidades se multiplicó. "La cosa va tan bien que hemos comenzado a dar menús. Hay mucho más movimiento en los bares, en los comercios y en el pueblo en general, así que esperamos que durante los dos años que durarán las obras podamos trabajar lo suficiente como para saldar las deudas. Hasta la mesa de billar tiene más ambiente", comenta.
Al echar la vista atrás, recuerda que "los hosteleros de los pueblos estábamos al borde de la quiebra". "Si antes de la crisis servíamos treinta cortados cada mañana, la cosa bajó a diez. Ahora habremos subido a unos sesenta cafés". Aunque enciende las luces a las siete de la mañana y no las apaga hasta la medianoche, se declara "encantado" de tener tanto trabajo. "Ojalá todo esto dure hasta que salgamos de la crisis", manifiesta.
pan para el bocata Vanesa y Fátima, que trabajan en una franquicia de La Vitoriana en la calle principal, también están entusiasmadas con la llegada de los nuevos clientes. Abrieron el negocio el 11 de junio de 2008 y los comienzos fueron muy duros. "Gracias a los trabajadores de la cárcel la facturación de este año va a ser mayor que la del año pasado", apuntan. Su ventana da a la calle y son testigos de que las idas y venidas de los obreros "aportan mucha vida al pueblo".
Antes de que abran la puerta al público por la mañana, ya están llamándoles al timbre para comprar las barras con las que hacerse el bocadillo de media mañana, aunque afirman que el movimiento de clientes ha aumentado "también a mediodía y a la noche". Además de despachar pan, el producto estrella de esta temporada para ellas son las latas de bebida. "El año pasado por estas fechas, andábamos justas para pagar y ahora incluso nos da para poder disponer de una chica más", comentan aliviadas.
pintxos y cañas A la hora del desayuno, las brigadas que hacen noche en Nanclares de la Oca se reparten por los establecimientos hosteleros de la zona. Muchas paran en la Herriko Enparantza y se toman el café y el pintxo matutino en la Taberna Casa Askegi, con lo que José, su dueño, está más que contento. Cree que las obras "están representando un beneficio para el pueblo" y que los pequeños y medianos negocios, como el suyo, están disfrutando de un balón de oxígeno importante después de una racha negra. "La cosa estaba muy parada y ahora estamos levantando cabeza. No sólo se nota la construcción de la cárcel, también la de las piscinas y la de los bloques de VPO que están haciendo en el pueblo", indica. Los fines de semana, la gente que no regresa a sus hogares se anima a tomarse unas cañas en el local.
comida y techo El Merendero Rosa se encuentra junto a la iglesia de Nanclares de la Oca. Montse, la encargada, sonríe cuando se le pregunta por la marcha del negocio ya que también ha notado el subidón. Las cuatro habitaciones que tiene en alquiler están permanentemente ocupadas y a la hora del desayuno y la comida su local es un no parar. El menú del día es un reclamo ineludible y la parroquia le es fiel, de manera que está feliz con el trasiego de currelas andaluces, ucranianos o franceses. "También hay gente de por aquí, algunos de Santurtzi", completa. En el pueblo se comenta que cuando se rematen los cimientos de Zaballa llegarán aún más trabajadores para la ejecución del edificio en sí. A pesar de que aparecen con las botas llenas de barro y de que ha llegado a pensar en colocar una manguera en el exterior para la limpieza del calzado, se confiesa satisfecha por el salvavidas económico que ha llegado de la mano de la nueva cárcel.
Otros, como Carlos, que regenta el estanco, asisten al fenómeno con más tranquilidad. "Aquí se nota su llegada a partir de las siete, aunque tampoco de forma importante. Los bares lo acusarán más", reconoce.