vitoria. El primer mundo, aunque esté en crisis, sigue ofreciendo más posibilidades que los países en vías de desarrollo, igualmente sumidos en la recesión económica. Los datos que ofrece el Observatorio Vasco de Inmigración, Ikuspegi, revelan que la evolución en el flujo de inmigrantes que recala en Álava muestra el mismo ritmo de crecimiento que en años anteriores y desmiente la creencia de que los ciudadanos extranjeros retornan a sus puntos de origen. Todo ello a pesar de que las dificultades para que estos colectivos emigren a España son cada vez mayores.

"Hay algunos que sí regresan a sus países, pero son la minoría. No obstante, los que vienen cada vez lo tienen más difícil", explica el portavoz de SOS Racismo en el territorio, Fede García. Éste asegura que los inmigrantes han de superar "tremendas dificultades" para llegar. "Ya no hay contrataciones en origen, por ejemplo. La mayoría de los que vienen recurren a vías irregulares. Algunos cuentan con visado, pero muy pocos", puntualiza. Las cifras que ofrece Ikuspegi revelan que el objetivo merece la pena, ya que la curva ascendente de ciudadanos extranjeros establecidos en el territorio mantiene una evolución creciente y constante. En 1998, el número de inmigrantes llegados a Álava era de tan solo 2.460 personas, un volumen que no ha dejado de crecer y que, de hecho, cada vez aumenta a mayor ritmo. En 2000, hace ya una década, el número de extranjeros afincados era de 3.818, aunque en 2005 sumaban ya más de 15.000. En 2007, este censo se quedó a las puertas de las 20.000 personas -19.392 concretamente-, pero dos años más tarde, según los últimos datos ofrecidos por el Observatorio Vasco de Inmigración, su número es de 25.581 personas. No obstante, Álava se mantiene a la cola de la CAV dentro de este capítulo, ya que en Gipuzkoa y Bizkaia residen, respectivamente, 35.935 y 58.562 inmigrantes.

legalización Quienes logran salvar todas las trabas y establecerse, "lo tienen tremendamente difícil para la posterior legalización, que se suele obtener a los tres años por la vía del arraigo", explica el representante de SOS Racismo. Quienes ya llevan tiempo en el territorio tampoco lo tienen mucho mejor, ya que "también se encuentran con enormes obstáculos a la hora de renovar los permisos". "Cada vez se reduce más el grupo de los que podrían regularizarse en una situación de normalidad", señala García.

Los niveles de exigencia para lograr los papeles se han endurecido en los últimos años. "Si antes, en todo el Estado podían pasar a tener permiso en segunda renovación 150.000 personas, la cifra ahora andará por las 50.000. Al resto le dejan en fuera de juego", lamenta el portavoz de SOS Racismo.

El volante de padrón, un documento fundamental para obtener acceso a la Sanidad, a la Educación, o simplemente para poder renovar el pasaporte, se topa, según García, con la oposición del Ayuntamiento. Tal y como amplía su portavoz, las solicitudes de empadronamiento que tramita SOS Racismo no logran el sello municipal, lo que representa un serio escollo de cara a obtener la ansiada regularización.

En la actualidad, Latinoamérica, con 9.929 personas, es la fuente de la que procede la mayoría de los inmigrantes establecidos en el territorio. África, con 7.673, es la segunda y Europa, con 6.783 individuos, la tercera. Por países, de los 25.851 extranjeros afincados en suelo alavés, 3.732 son originarios de Marruecos, 3.182 de Colombia, 2.173 de Portugal, 2.028 de Argelia, 1.834 de Rumanía, 1.252 de Ecuador, 1.218 de Brasil y 912 de Paraguay. En el extremo opuesto, el que acoge a los países con menor representación en la sociedad alavesa, figuran Nueva Zelanda, Australia, Costa Rica, Etiopía, Armenia y Estonia. Todos ellos con un único inmigrante en el territorio.