vitoria. Las patologías cardiovasculares causan el 32% de las defunciones que se producen en la CAV, lo que las convierte con amplia ventaja en la primera causa de mortalidad. Aranda, además, advierte de una realidad preocupante. Los casos de hipertensión, germen de estas enfermedades, aparecen cada vez en pacientes más jóvenes. La Sociedad vasca de hipertensión arterial y riesgo cardiovascular que ha organizado la reunión de hoy profundizará en estos y otros muchos temas relacionados con la prevención, el control o el tratamiento de los factores de riesgo. La cita arrancará a las 9.00 horas con la asistencia de más de 200 profesionales.
Su conferencia de hoy plantea una pregunta clara, si pueden alcanzarse las cifras objetivo en la hipertensión arterial. ¿Cuáles son esas cifras?
Según plantea la OMS y los organismos más significativos, el objetivo es que la presión arterial se sitúe por debajo de 140 y 90 en la población general. Sin embargo, hay una serie de subpoblaciones sometidas a más riesgos, como son los diabéticos, las personas con alguna enfermedad renal o los que hayan tenido algún problema cardiovascular, en los que este objetivo es aún más ambicioso, que la presión baje de 130 y 80.
¿Y qué fórmula plantea para lograr este objetivo?
Recombinar esfuerzos, porque para empezar, la hipertensión es una patología asintomática, que no duele, lo que hace que el paciente tiene que estar muy sensibilizado para seguir la prescripción médica. Debe haber una buena interrelación médico-paciente, que el primero sea más decidido a la hora de trabajar y que el segundo se conciencie y colabore. Muchas veces nos conformamos con llegar al medio objetivo. Si el paciente tenía 180 y ahora 150, como ya ha bajado es suficiente, pero esto no debe ser así. En Inglaterra, por ejemplo, se incentiva económicamente a los médicos que mantienen controlados a sus pacientes y, así, han conseguido reducir en cinco años la tasa de muerte por hipertensión en casi un 20%.
¿Hasta qué punto el problema viene desde arriba?
Las autoridades sanitarias deben concienciarse de la trascendencia que tiene la presión arterial, y así el control de la hipertensión irá mejorando. Ahora, de cada cien hipertensos, muchos de ellos sin saberlo, 75 no están controlados. Y de los que lo saben y reciben un tratamiento, el promedio de control está en torno al 35 ó 40%. Hay que mejorar la organización del sistema, el acceso a él, la información y la disponibilidad de los profesionales para que pongan más medios de control de su parte.
¿A qué se deben estas cifras tan bajas de control?
Principalmente, a las propias características de la hipertensión, conocida como un asesino silencioso. Es una patología para toda la vida, que se controla pero no se cura. Y muchos fármacos tienen efectos secundarios indeseables. De manera que si le dices al paciente que es para toda su vida, que tome cuatro o cinco comprimidos diarios, que reduzca la sal, no se pase del alcohol y haga ejercicio... A nadie le gusta que se le imponga, y menos si la enfermedad es asintomática.
La prevención, además, es ahorro.
Sí, porque independientemente de los efectos sobre la salud de la población, el control y los tratamientos permitirían un ahorro económico grandísimo. La medicación y la asistencia sanitaria a los hipertensos valen dinero, pero este coste es irrisorio comparado con los indirectos: las muertes prematuras, los subsidios, las bajas laborales, ingresos hospitalarios...
¿Qué me dice de la prevención?
Hay una serie de subgrupos de población más proclives para desarrollar hipertensión, y sobre esos hay que actuar antes de que sean hipertensos, sobre todo con la aplicación de medidas de tipo higiénico y dietético. Primordialmente, son las personas que tienen antecedentes familiares de hipertensión. La impronta genética influye muchísimo. Ganar mucho peso, consumir mucha sal, no practicar ejercicio o llevar una dieta muy rica en grasas son, para ellas, factores que van a promocionar la hipertensión. Si se ponen medios antes, puede evitarse el desarrollo de la hipertensión, o que aparezca en lugar de a los 40 años, a los 60.
Al hablar de la hipertensión, todos pensamos en pacientes de edad avanzada. Pero, ¿también se producen diagnósticos de este tipo en pacientes jóvenes?
Hace 15 años, rara vez se veían niños o adolescentes con la presión alta. Entonces, los hipertensos aparecían a los 30 ó 40 años. Pero a día de hoy, aparecen con suma facilidad hipertensos de entre 15 y 25 años. En que la enfermedad aparezca antes de lo que era usual influyen los malos hábitos de vida, la dieta, la falta de actividad física... y el factor número uno, que es la ganancia excesiva de peso. La obesidad, la diabetes y la hipertensión son los malos compañeros, porque van de la mano.
Las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de muerte en mujeres y la segunda en hombres. ¿A qué se debe?
Aunque la hipertensión arranca antes en el hombre y en las mujeres la explosión es con la menopausia, al analizar los datos epidemiológicos se descubre que la mujer, por distintos motivos, está peor controlada.
¿Cuáles son los últimos avances en investigación en este campo?
La prevención primaria, la puesta en marcha de medidas de promoción de la salud, está capitalizando muchas acciones. Desde el punto de vista fisiopatológico también hay muchos avances, y se conocen cada vez más mecanismos que están implicados en la presión alta. No tanto desde el punto de vista terapéutico. Ha aparecido alguna familia nueva de fármacos, pero poco más. Además, actualmente se está trabajando en que los fármacos sean más tolerables para el paciente, aunque no pasan de ser ensayos clínicos.