vitoria. Actualmente, ¿está complicado para los inmigrantes el acceso a la vivienda en Álava?
Pues sí. Anteriormente, hace unos diez años el asunto ya estaba bastante complicado y ha ido a peor. Antes, según mi experiencia personal, nos teníamos que juntar tres o cuatro amigos para acceder a un piso, pero ahora está más difícil todavía.
¿Qué alternativas les quedan?
Afortunadamente, el Ayuntamiento y el Gobierno Vasco ofrecen mayores facilidades a las personas de fuera que tienen rentas bajas. Hay algunos miembros de la asociación que han conseguido alquileres por unos 300 euros.
¿Tienen problemas en el mercado libre para conseguir alquileres?
Sí, claro. Cuando aparecíamos cuatro personas nos decían que no se podía y cuando uno se ofrecía a hacerse cargo lo que hacían era, como se suele decir, amarrar bien la balsa. Exigían dos meses de fianza por adelantado, copia de un contrato fijo, copia de la cartilla para acreditar que tenías ahorros y un certificado del jefe de la empresa en la que trabajabas.
La mayoría de los inmigrantes solicitan un piso en alquiler. ¿Cuáles son las razones?
Si piensas en una persona como yo, que es de fuera, y en meterse a comprar un piso... Una hipoteca a 35 años supone atarse de por vida y siempre está la idea de volver. Cada persona tira para su tierra, así que para nosotros la opción más lógica es alquilar.
En otras palabras, que la opción de compra no resulta nada atractiva...
Hubo una temporada, hace más o menos cinco años, en la que aparecieron varias inmobiliarias, ahora algunas de ellas desaparecidas, que se especializaron en trabajar con gente de fuera. Nos ofrecían pisos en compra con la posibilidad de que, si nos íbamos en unos años, nos los recompraban. Mucha gente se metió en ello y ahora tiene problemas.
¿Existía esa fórmula?
Sí, claro. Incluso los bancos se animaron a ofrecernos hipotecas especiales. A nuestra asociación vinieron del Banco Popular a ofertarnos un plan vivienda para inmigrantes en la época en la que yo era presidente y si les llevaba un número determinado de personas me pagaban un porcentaje. O si no, te daban un crédito.
Cómo ha cambiado la situación en cuestión de poco tiempo, ¿no?
Totalmente. Los inmigrantes que se animaron a comprar ahora no pueden vender. Muchos se están marchando porque ni siquiera pueden seguir pagando.
Habrá quien se ha marchado dejando a alguien de confianza vendiendo su piso...
También. Dos compañeros que eran de la asociación llevan dos años tratando de vender el piso. Los amigos se encargan de enseñarlo y ellos han regresado a su país.
¿Ha acudido a algún sorteo de pisos en Mendizorroza?
La verdad es que no. He estado apuntado siete años en Etxebide, en las opciones de compra y alquiler, pero no iba a los sorteos. Consultaba las listas al día siguiente.
¿Hubo suerte?
No, nunca.
¿Se animó a comprar?
No, vivo en un piso de alquiler.