Copenhague. La cumbre del cambio climático de Copenhague se ve abocada hoy a su clausura sin acuerdo a la vista, pero con un sinfín de llamamientos de los líderes políticos para alcanzar un mínimo consenso antes de que sea demasiado tarde.
El presidente de EEUU, Barack Obama, participará hoy en la última jornada de la cumbre para tratar de lograr, contra las expectativas, un acuerdo sustancial contra el cambio climático. Fuentes de la Casa Blanca aseguraron que el mandatario no se conformará con buenas palabras sin contenido.
La carrera contrarreloj quedó patente ayer en los pasillos del Bella Center de Copenhague, en un intento de alcanzar un acuerdo de mínimos mediante una "decisión", en vez del acuerdo jurídicamente vinculante que desea la mayoría de los 192 países participantes.
Fue Felipe Calderón, presidente de México, próximo anfitrión de la conferencia del cambio climático en diciembre de 2010, quien instó en su intervención a forjar un "acuerdo ambicioso" sobre la reducción de emisiones contaminantes que pueda convertirse en un tratado legalmente vinculante el año próximo.
El enfrentamiento entre los países ricos y las naciones en desarrollo sobre la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, característica de los primeros once días de negociaciones, ha dado paso a una fase más dialogante, gracias a dos documentos sobre la reducción de las emisiones hasta 2050.
El presidente de la cumbre, el primer ministro danés, Lars Lokke Rasmussen, aceptó ayer la petición del grupo G77 de relanzar las negociaciones partiendo del Protocolo de Kioto, el documento firmado en 1997 que regula las emisiones para 37 países industrializados hasta 2012.
Poco después, una propuesta de la secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton, levantó los ánimos, muy decaídos hasta entonces en la mayor reunión celebrada sobre el cambio climático, que ha atraído a 46.000 personas de todo el mundo, aunque la ONU ha debido restringir mucho el acceso a los recintos. Clinton explicó que EEUU contribuirá al "esfuerzo global" de los países ricos de destinar 100.000 millones de dólares anuales a partir de 2020 para combatir el cambio climático, aunque en el contexto de un acuerdo firme que obligue a todos. Comenzaron entonces los mensajes de bienvenida de ONG y otras organizaciones hablando de un giro positivo de los debates.
Por su parte, la canciller alemana, Angela Merkel, hizo ayer un dramático llamamiento en Copenhague e instó a todos los participantes a alcanzar un acuerdo vinculante para limitar el aumento de la temperatura a 2 grados. "Todos los expertos nos están advirtiendo de las consecuencias dramáticas que tendrá un calentamiento de la temperatura por encima de ese nivel. Copenhague será un fracaso si no logramos un acuerdo vinculante para evitarlo", dijo la canciller.
Por su parte, el presidente francés, Nicolas Sarkozy, afirmó que un fracaso en las negociaciones de la cumbre del cambio climático de Copenhague "será una catástrofe para todos". "Los científicos nos han dicho que somos la última generación que puede hacer esto. No podemos fallar", añadió.
Desde una perspectiva más radical, el presidente de Bolivia, Evo Morales, identificó al capitalismo como una "cultura de la muerte" y como "causa principal" del calentamiento global.
El presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, pidió ayer a EEUU y China que no fallen "en esta cita histórica" de la Cumbre Climática de Copenhague y les instó a "no eludir su responsabilidad ante el mundo". Aseguró que la presencia de casi 120 líderes mundiales en esta reunión significa que "en el fondo todos deseamos un acuerdo suficiente" para luchar contra el cambio climático. Insistió en varias ocasiones en que hay que llegar a un acuerdo "aquí y ahora" y subrayó que "si fracasamos en Copenhague, todos perderemos".