las palmas. La ministra de Sanidad, Trinidad Jiménez, dijo ayer que no ve necesario cambiar los protocolos para detectar casos de maltrato infantil en los servicios sanitarios porque ya son "bastante ajustados" y cumplen su objetivo de garantizar la protección del menor, pero abogó aplicarlos "con más precisión".
Jiménez hizo esta reflexión al ser preguntada por la actuación de los profesionales sanitarios en el caso del hombre acusado erróneamente de matar a una niña en Tenerife. La ministra de Sanidad eludió pronunciarse sobre este caso en concreto porque "todavía está bajo investigación" y reclamó una "actitud de prudencia hasta esperar cuáles son las conclusiones definitivas".
No obstante, Jiménez aseguró que los protocolos que se siguen en los servicios sanitarios y en los sociales para detectar incidencias que afecten a los menores son "bastante ajustados". "Tenemos que hacer todos un esfuerzo por aplicarlos de la mejor manera posible, es decir, con más precisión", dijo la ministra a la entrada de una reunión de ministros de Sanidad de la UE. "Pero creo que no exige una reforma legal, una reforma normativa, porque son protocolos que sobre todo vienen a garantizar la protección del menor. Es necesaria una buena aplicación de los protocolos pero desde mi punto de vista no es necesaria una reforma legal.
Por su parte, la consejera de Sanidad del Gobierno de Canarias, Mercedes Roldós, negó ayer responsabilidad de su departamento en el daño producido a Diego Pastrana, padrastro de Aitana, ya que -dijo- se actuó "conforme a la legislación vigente", y rechazó pedirle disculpas. Roldós insistió en que "ni la Consejería de Sanidad, ni ninguno de sus organismos dependientes, ha filtrado ningún documento a ningún medio.
La pequeña Aitana, de 3 años, que falleció el pasado jueves en Tenerife por las lesiones causadas al caerse de un columpio, fue enterrada ayer en el Cementerio Municipal de Parla, de donde es natural su familia, con la presencia de unos trescientos familiares y vecinos de la localidad.
El sepelio comenzó a las 9.30 horas en una pequeña capilla a la entrada del cementerio. Las mayores muestras de dolor fueron de Belén, la madre de Aitana, que no podía parar de repetir el nombre de su hija fallecida, mientras que su hermana Vanesa tuvo que ser ayudada por sus familiares en un par de ocasiones, ya que apenas podía mantenerse en pie.
El compañero sentimental de la madre, Diego, no pudo asistir al sepelio por estar ingresado en una clínica psiquiátrica en Tenerife a causa de las secuelas del suceso.