Cada año unas 5.000 personas sufren un ictus en la CAV. Y unas 18.000 viven con las secuelas que deja esta enfermedad cerebrovascular, que puede cambiar la vida en cuestión de segundos. Las cifras reflejan la magnitud de un problema que ya es la segunda causa deterioro cognitivo en la población adulta y la primera causa de discapacidad en Europa y la segunda causa de muerte en el mundo.
En 2024, la Unidad de Ictus del Hospital Universitario de Navarra registró 1.094 ingresos relacionados con esta patología cerebrovascular, una cifra muy similar a la del año anterior (1.079 ingresos). Durante 2023, el ictus fue el responsable de 273 defunciones en Nafarroa, de acuerdo con el Registro de Mortalidad de la Comunidad Foral. Del total, 115 eran hombres, representando el 3,9% de las muertes masculinas, y 158 mujeres, lo que equivale al 5,4% del total femenino. En la franja de población menor de 75 años, esta enfermedad provocó la muerte de 35 hombres (3,8%) y 20 mujeres (4,4%).
Cifras estatales
A nivel estatal, los datos son aún más contundentes. Según la Sociedad Española de Neurología (SEN), una de cada cuatro personas sufrirá un ictus a lo largo de su vida. Cada año se diagnostican más de 120.000 nuevos casos en el Estado, y alrededor de 40.000 personas mueren a consecuencia de esta enfermedad.
¿En qué consiste un ictus? El ictus es un accidente cerebrovascular agudo que ocurre cuando se interrumpe o se reduce el flujo sanguíneo hacia el cerebro. Esto puede suceder por un bloqueo de una arteria, llamado ictus isquémico, que representa aproximadamente el 80 % de los casos, o por la rotura de un vaso sanguíneo, conocido como ictus hemorrágico, que afecta al 20 % restante.
Factores de riesgo
El ictus se desencadena por múltiples causas. La hipertensión arterial es el factor de riesgo más habitual. Según el estudio internacional INTERSTROKE, está presente en aproximadamente el 64% de los casos y es responsable de más del 50% de las muertes por ictus. No obstante, su impacto se multiplica cuando se combina con otros factores de riesgo como el tabaquismo, la diabetes, el colesterol, la obesidad o la fibrilación auricular. Por ejemplo, en personas hipertensas que además fuman, el riesgo de sufrir un ictus se multiplica por seis, y si encima padecen diabetes, por más de treinta.
Las secuelas de un ictus varían según la zona del cerebro afectada y la gravedad del daño, y pueden tener un impacto profundo en la vida de quienes lo sufren. Entre las más frecuentes se hayan los problemas de movilidad, que afectan a más de la mitad de los supervivientes, provocando parálisis parcial o debilidad en un lado del cuerpo.
También son habituales los trastornos del lenguaje, que dificultan hablar o comprender el habla, así como alteraciones cognitivas que afectan la memoria, la concentración y la capacidad de tomar decisiones. A esto se suman problemas emocionales y psicológicos. La depresión, la ansiedad y, en algunos casos, el deterioro cognitivo, condicionan la recuperación y la calidad de vida, evidenciando que el ictus no solo deja huella en el cuerpo, sino también en la mente.
“Si se sospecha un ictus, hay que llamar al 112. Solo una atención urgente puede minimizar las secuelas”
Prevenir, fundamental
La prevención es clave para evitar que se produzca un derrame cerebral. El 90 % de los ictus, recuerdan los expertos, se podrían prevenir con hábitos saludables: control de la presión arterial, alimentación equilibrada, ejercicio regular, evitar el tabaco y reducir el consumo de alcohol. “Muchos ictus se pueden evitar si se modifican los factores de riesgo y se realiza un seguimiento médico adecuado”, apunta Iban Arrien.
El pasado 29 de octubre se celebró el Día Mundial del Ictus. Desde la Sociedad Española de Neurología aprovecharon esta celebración para recordar que la rapidez es crucial cuando se produce un derrame cerebral. Actuar en las seis primeras horas reduce las complicaciones en más de un 25%. “Por cada minuto que pasa sin que la sangre llegue al cerebro, se pierden casi dos millones de neuronas. Por lo que si se sospecha un ictus, hay que llamar de inmediato al 112, porque solo una atención urgente puede minimizar las secuelas y salvar vidas”, explica María del Mar Freijo, coordinadora del Grupo de Enfermedades Cerebrovasculares de la SEN.
Con el objetivo de mejorar la atención rápida a los pacientes, la profesora de UIC Barcelona y jefa del servicio de neurología del Hospital General de Granollers, Lola Cocho, ha liderado un proyecto que utiliza una IA para generar en menos de 30 minutos un informe con un 80% de sensibilidad sobre ictus isquémico, hemorrágico o oclusión arterial a partir de un TAC craneal simple. Ya se emplea en varios hospitales, como el Clínic, Vall d’Hebron o MútuaTerrassa, y resulta de gran utilidad para que los equipos de urgencias determinen rápidamente el tratamiento más adecuado.
Avances significativos
La recuperación, no obstante, es un proceso complejo que requiere intervención temprana y un abordaje integral. La doctora Arancha Vázquez Doce, de la Unidad de Ictus del Hospital Universitario de la Princesa, destaca la hidroterapia como una herramienta “prometedora” para mejorar la movilidad y la calidad de vida de los pacientes. “Pacientes que no son capaces de caminar sobre suelo firme logran dar pasos en el agua sin impedimentos, gracias al efecto de descarga de peso”, explica. Esta técnica se basa en ejercicios individualizados realizados en el agua, aprovechando flotación y resistencia para facilitar movimientos que en tierra firme no serían posibles.
Según Vázquez, la hidroterapia debe aplicarse de forma personalizada y supervisada: “No es viable como tratamiento sistemático para todos los pacientes con ictus, pero sí como recurso complementario”. La duración del proceso de rehabilitación varía según cada caso, pero suele alcanzar el máximo rendimiento funcional entre los tres y seis primeros meses tras el derrame.
“El ictus se puede prevenir manteniendo hábitos de vida saludables y con seguimiento médico”
Además de la hidroterapia, la fisioterapia neurológica continúa siendo clave. El objetivo es “prevenir complicaciones como úlceras, trombosis, rigideces o contracturas, y mantener y recuperar las funciones afectadas, buscando conservar la integridad de los sistemas corporales y restablecer la función fisiológica”, según apunta Iban Arrien.
La doctora Rosa M. Cabanas, de UIC Barcelona, recuerda que “entre un 70 y un 80% de los pacientes experimenta alguna mejoría funcional gracias a la fisioterapia y entre un 10 y un 20% puede llegar a una recuperación casi completa, sobre todo cuando el ictus ha sido leve y la fisioterapia ha empezado pronto”.
Proceso de rehabilitación
La rehabilitación tras un ictus ha evolucionado gracias a la incorporación de tecnologías y terapias innovadoras que permiten tratamientos más personalizados y eficaces. La terapia robótica y los exoesqueletos guían los movimientos del paciente de forma intensiva y adaptada a sus necesidades. “Estas herramientas permiten un abordaje más individualizado y eficaz, potenciando la recuperación funcional”, destaca Arrien.
También se emplean las redes virtuales, entornos generados por ordenador donde los pacientes pueden realizar ejercicios de movilidad, coordinación y equilibrio, para favorecer la recuperación física y cognitiva de manera segura y motivadora. A esto hay que añadir la estimulación eléctrica. Esta herramienta la consiste en aplicar de corriente eléctrica a los músculos debilitados, lo que ayuda a mejorar la movilidad. La telerehabilitación, por su parte, permite conectar a pacientes y profesionales a distancia, eliminando de este modo las barreras geográficas.
“Pacientes que no son capaces de caminar sobre suelo firme logran dar pasos en el agua sin impedimentos, gracias al efecto de descarga de peso”
Otras técnicas complementarias, como la terapia en espejo o la terapia inducida por restricción del movimiento, completan un abanico de herramientas con evidencia científica sólida, que consiguen mejorar significativamente la autonomía y calidad de vida de los pacientes.
El 25 de octubre, el Colegio Oficial de Fisioterapeutas del País Vasco coorganizó junto con la EHU y la colaboración de la Asociación Española de Fisioterapeutas en Neurología las I Jornadas Vascas de Fisioterapia Neurológica. El evento estaba dirigido a fisioterapeutas clínicos, docentes universitarios, investigadores y profesionales de la salud interesados en enfoques vanguardistas en neurorrehabilitación. Su propósito era fortalecer el ecosistema vasco de fisioterapia neurológica y visibilizar los proyectos que se están llevando a cabo en hospitales, universidades y centros de neurorrehabilitación en Euskadi.
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