Acudir cada año al ginecólogo es el mejor modo de resolver muchas dudas y de prevenir posibles patologías que, de no detectarse a tiempo, pueden convertirse en algo más grave. pero, ¿cuándo y a qué edad toca hacerse las principales pruebas?
Las revisiones ginecológicas son clave y nunca hay que saltártelas. Sin embargo, los datos indican que una de cada cinco mujeres entre los 25 y 35 años nunca se ha hecho una citología vaginal, y la mitad de las jóvenes entre 15 y 24 años jamás han visitado a un ginecólogo. Desconocimiento, miedo o vergüenza son algunas de las causas que argumentan para no acudir al especialista, algo que resulta imprescindible para la salud de la mujer, quien debe tener en cuenta que el ginecólogo es un médico más, como un pediatra o un traumatólogo, y que su función, además de ser confidencial, es fundamental para el cuidado de la salud ginecológica y reproductiva.
Los especialistas coinciden en señalar que las revisiones no curan, pero detectan anomalías y eso puede salvar la vida de la mujer. Porque las revisiones ginecológicas tienen como objetivo descartar patologías graves, entre las que destacan el cáncer de mama, de cérvix o de cuello de útero, uno de los de mayor incidencia, según la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia.
También es muy importante que se dé una plena confianza entre la paciente y el especialista, con el fin de que ambos estén cómodos en la consulta y así se puedan solucionar las posibles dudas sin temor, hablar sinceramente sobre temas como la menstruación, el embarazo o las relaciones sexuales, y entender cuál es el mejor método anticonceptivo para cada caso, entre otros aspectos.
Según los expertos, se tendría que acudir por primera vez al ginecólogo cuando se inicia la etapa fértil (con la llegada de la primera regla), aunque cuando resulta obligatorio es al empezar a mantener relaciones sexuales. A partir de aquí, las revisiones se recomiendan cada año.
Unas reglas dolorosas o abundantes son así mismo razón suficiente para consultar. En general, conviene que las chicas se familiaricen con la figura del ginecólogo en torno a los 15 años. Si tienen problemas con la regla, la visita incluirá una ecografía y una analítica para examinar las hormonas.
Revisiones anuales
Las revisiones ginecológicas anuales deben establecerse a los 21 años, y comprenden una ecografía para observar el útero y los ovarios, y una citología si la paciente ha tenido ya sus primeras relaciones sexuales. Además, el médico hará una exploración mamaria y le recordará a la paciente cómo hacérsela ella misma. Conviene también descartar enfermedades de transmisión sexual como el Virus del Papiloma Humano.
Los ginecólogos reconocen que es imprescindible acudir a la consulta cuando la mujer tiene en mente quedarse embarazada. El ginecólogo le realizará, entre otras pruebas, una citología, ecografía, exploración mamaria y una analítica para descartar problemas de diabetes, infecciones de toxoplasmosis o virus de la rubeola. Así mismo, le recomendará la ingesta de ácido fólico y yodo para favorecer el crecimiento del feto. La primera revisión tras confirmarse el embarazo debe producirse a las siete u ocho semanas, quince días después de la primera falta menstrual.
Muchas mujeres tienen la tentación de dejar de acudir, o de asistir de forma esporádica, al ginecólogo con la llegada de la menopausia. ¡Craso error! Es cierto que la menopausia marca el fin de la edad reproductiva y que una vez pasada pueden olvidarse los métodos anticonceptivos, pero hay que tener claro que las revisiones no tienen como único objetivo la anticoncepción, sino detectar posibles problemas ginecológicos y resolverlos a tiempo.
A partir de los 45 años, con la menopausia, comienzan problemas como sequedad vaginal, incontinencia, alteraciones de los ciclos de la regla, sofocos? Son los síntomas por los que preguntará el ginecólogo, y será precisamente el experto el que decidirá el tratamiento óptimo y personalizado, si la mujer lo precisa, para seguir teniendo una vida sexual satisfactoria.
Durante esta etapa de la vida de la mujer, los especialistas recomiendan realizar un ejercicio físico moderado, así como evitar el exceso el alcohol y el tabaco. Del mismo modo, ofrecerán unas pautas alimenticias correctas, porque a partir de esa edad la dieta no solo debe ser saludable, sino también rica en calcio para prevenir la osteoporosis; en omega 3, 6 y 9, para preservar la tersura de la piel; y en isoflavonas para aplacar los sofocos.
Además, con la menopausia llega también la hora de que la mujer, en sus revisiones habituales, se haga densitometrías con la finalidad de controlar la evolución del calcio en los huesos
La detección precoz del cáncer de mama es sumamente importante, y la técnica más eficaz para conseguirlo es la mamografía, que consiste en una radiografía de las mamas capaz de detectar lesiones en estadios muy incipientes de la enfermedad.
¿Cuándo empezar? Según los especialistas, lo recomendable es iniciar esta prueba a partir de los 40 años y repetirla una vez al año. En el caso de que se tenga alto riesgo de padecer cáncer de mama (por antecedentes familiares u otros factores), el ginecólogo podría pedirlas antes de esta edad. A partir de los 55 años, se suelen hacer de forma bienal.
Pruebas principales
Citología: Se extrae una muestra de la mucosa vaginal y cervical para examinar sus células y descartar posibles enfermedades. Se debe hacer cada 1-3 años dependiendo de la edad y de los antecedentes.
Ecografía vaginal. Con ondas de alta frecuencia para descartar la existencia de quistes, pólipos o miomas. Se recomienda cada año.
Test del virus del papiloma humano. Se hace ante citologías anormales y en mujeres mayores de 30 años, cada cinco años.
Densitometría ósea. Es una prueba radiológica que mide la densidad de los huesos para prevenir o diagnosticar la osteoporosis, especialmente después de la menopausia.
Analíticas. Comprenden hemograma, una bioquímica básica y perfil de orina. En ocasiones, se examina el perfil hormonal.