El rey castellano Alfonso X el Sabio, el de las Cantigas, concedió en 1272 a la villa de Artziniega la carta puebla. De esta manera se fijaron las condiciones jurídicas de la localidad y de las relaciones entre los pobladores y el señor de la tierra. De esta manera, se regiría por el fuero de Bizkaia, el natural de la tierra ya que todavía era territorio vizcaíno, y para asuntos económicos y tributarios por el fuero de Vitoria. Un siglo después, a la muerte de Tello de Castilla, su hermano Enrique II concedió esta tierras a Pedro López de Ayala, moviendo la muga entre Álava y Bizkaia hacia el norte.

Su estratégica situación a orillas del río Artziniega, que atraviesa el extremo oeste de la Sierra Salvada, en los montes de Ayala, comunicando Castilla con el Cantábrico, la convirtió en una deseado paso comercial que provocó numeroso enfrentamientos bélicos.

Panorámica de Artziniega desde Soxoguti con la iglesia de la Asunción J.M. Ochoa de Olza

La almendra medieval

Aunque el cambio de la Arceniega medieval a la actual Artziniega es mucho, el casco histórico mantiene su estructura medieval hexagonal con tres calles principales que la recorren longitudinalmente, la calle de Arriba o Goienkale, la calle de Enmedio o Artekale y la calle de Abajo o Barrenkale.

Si se decide empezar el recorrido al núcleo medieval, Conjunto Monumental Histórico desde 1995, por Goienkale, no se tarda en llegar hasta la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, un templo de transición entre el gótico y el renacimiento al que se le han ido añadiendo una torre-campanario en el XVI, la antigua casa-ayuntamiento a mediados del XVII, el pórtico clasicista y las capillas laterales en el XIX. 

En este punto se puede optar por rodear el templo hacia el mirador del Campillo para contemplar el paisaje de prados y montañas que rodea la villa y seguir por lo que quizá fue el antiguo paseo de ronda, hasta la plaza de Arriba, o continuar por Goienkale hasta la misma plaza pasando por el convento de las madres Agustinas, un conjunto que une la casa-torre Monteano, la capilla y el edificio residencial. 

La plaza de Arriba es un espacio de encuentro de forma cuasicircular con soportales. Destaca el Viejo Ayuntamiento, el segundo, del siglo XIX. 

El viejo ayuntamiento en la plaza de Arriba,a la derecha el convento de las Madres Agustinas. J.M. Ochoa de Olza

Esta parte ya se considera extramuros de la Artziniega medieval, igual que la Torre Ortiz de Molinillo, aunque es aquí donde se vuelven a juntar la tres calles principales, en el espacio que se llama Puerta de la Villa. La calle Beraza las une.

El recorrido medieval puede seguir por Artekale, la calle de Enmedio, en la que se alternan numerosos palacios y casonas de diferentes épocas, entre las que destaca Torre Bengoa

Cruzando el parque infantil cubierto se accede a Barrenkale, la tercera calle. La fragua de Pablo Respaliza es el primer hito. Es la última herrería de la villa y cerró a mediados del siglo XX. Rehabilitada, recoge la historia de un oficio artesanal básico para el día a día durante muchos siglos. 

Más adelante se encuentra el palacio de La Mora, ya del XIX. También varios locales de hostelería donde reponerse del paseo y coger fuerza para la siguiente etapa.

La expansión

De nuevo en la Puerta de la Villa, se puede contemplar la expansión de Artziniega en el siglo XIX, cuando al propio desarrollo económico de la villa se unió el impulso que le dieron los indianos que regresaron a su pueblo. 

El ejemplo más palpable es el conjunto que forman la actual Casa Consistorial, el frontón y el casino. Este conjunto de edificios se levantó por un acuerdo entre el Ayuntamiento de Artziniega y el prócer Eugenio Garay, rico benefactor descendiente de un indiano enriquecido y que siguió con sus negocios tras volver de Cuba. Se escultura preside el lugar. 

El ahora ayuntamiento, el tercero, fue concebido como una combinación de casa cuartel, almacén de grano y sala de baile del desaparecido Palacio Garay,. Completa el conjunto el frontón, ahora cubierto y que también servía como espacio de mercado. Una balconada recorre el lateral frente a la pared izquierda. Pertenecía al antiguo casino, en el que estaban prohibidas las apuestas con dinero. Debajo se construyó un juego de bolos que sigue en funcionamiento.

La torre del reloj en la plaza Garay. J.M. Ochoa de Olza

Detrás de la casa consistorial se encuentra la plaza Garay, presidida por una torre del reloj decorada con unas pinturas alegóricas al paso del tiempo a través de los vecinos de Artziniega.

Los museos locales

El legado que el pasado y su patrimonio artístico han dejado en Artziniega lo han recogido sus vecinos y con ello ha crado tres importantes y cuidados museos que no deben ser ignorados. Son el Museo de Arte Sacro, que se puede visitar en el Santuario de Nuestra Señora de la Encina. Cuenta con una colección de casi 600 objetos religiosos, en su mayoría del propio santuario y de la iglesia de la Asunción, pero también de antiguas ermitas e iglesias de la zona.

El segundo es el Museo Etnográfico, impulsado por la Asociación Etnográfica Artea, recoge y muestra los objetos y el modo de vida tradicional de la comarca. La Fragua de Pablo Respaliza también forma parte de este museo.

El Taller Museo Santxotena es el tercero. Muestra parte de la obra del escultor baztanés Xabier Santxotena, alumno de Jorge Oteiza. En él se recoge una visión didáctica de cómo el escultor trabaja. 

Más allá de la villa

Pero Artziniega no acaba en el núcleo urbano. Varios lugares y pueblos completan un recorrido por el entorno. 

El primero de ellos es el santuario de Nuestra Señora de la Encina, patrona de la villa. Es un impresionante edificio gótico-renacentista. Ha sufrido diversas transformaciones, pero en su interior se puede ver algunas de las pinturas al fresco originales. En el exterior hay una enorme encina monumental, quizá la que escondía la imagen de la Virgen que encontró una pastorcilla. 

El despoblado de Santa Coloma, ya casi en la provincia de Burgos es otro de los lugares que no hay que dejar de visitar. Hay una casa torre transformada en palacio rural barroco con una iglesia anexa. 

Erretes Tudela es otro concejo que debe estar en los planes de quien visite Artziniega. Además de sus cuidadas casas de piedra, la torre de Villota y la ermita de San Roque, su historia la une al Reino de Navarra como una de sus tenencias. 

De camino a Erretes, o a la vuelta, Soxoguti se ve en la ladera del monte, destacando la torre de Cámara Orive Salazar. Camino de ella se pasa por la iglesia de pueblo , que si está abierta se podrá admirar su púlpito de madera del siglo XV y la talla de Santa Lucía, patrona del pueblo

Antes de abandonar el lugar, un baño en la presa de la Teja, en el río Artziniega, permitirá asimilar todo lo visto y disfrutado.

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'El paragüero' es una instalación que forma partes de un recorrido por el casco medieval de Artziniega de diseño y creación popular, cada una con un significado muy concreto. J.M. Ochoa de Olza

Las esculturas populares

Los vecinos de Artziniega son conscientes del valor de su pasado y de ser una vila de encuentro entre locales y visitantes. Como reconocimiento han diseñado un recorrido por su casco histórico con cuatro esculturas artesanales que recogen este espíritu. Son El Paragüero, el mueble de casa para recibir a las visitas y que da la bienvenida en la Puerta de la Villa; El Banco de Trabajo de herrero, en memoria de las artesanas y artesanos locales colocado en la Torre e Ortiz; El Escudo de Artziniega, de las que cada una de las tres torres representa uno de los museos, el Sacro, el Etnográfico y el Taller-Museo Santxotena, y una encina completa la composición en el Mirador del Campillo, y La Mesa de la Convivencia, una mesa con dos sillas, una jarra de vino y pan y dos vasos como espacio para compartir y celebrar juntos.