1.San Juan de Duero. La joya de la corona y el edificio más antiguo (y seguramente el más icónico y visitado) de una ciudad muy antigua. Claustro del siglo XII con chaflanes y espectaculares arcos de variada tipología y una iglesia románica de una sola nave con dos templetes llenos de simbolismos, extraños seres y escenas bíblicas. Está a las afueras, pero es una magnífica excusa para gandulear por la orilla del Duero. Desde el centro hay un bonito paseo hasta un lugar de extraordinaria belleza en el que pararse a meditar. Aquí, conviene que un guía te explique sus muchas interpretaciones.
2. San Juan de Rabanera. También imprescindible, también en pleno centro. Puro románico castellano con dos impresionantes crucifijos en su interior y portada trasladada de otra iglesia, San Nicolás, hoy en ruinas. Tiene planta de cruz latina y Alfonso X el Sabio ya hablaba de ella en sus escritos.
3. El torrezno. Si algún monumento se extiende por toda Soria y concita unanimidad ese no es otro que el torrezno, lo que algunos locales llaman, simplemente, "nuestra barrita energética". Y lo es, aunque también calórica. El torrezno tiene corteza, grasa y carne, y se sirve frío o caliente. Está presente en prácticamente todos los locales hosteleros de la ciudad, desde el más in hasta el más popular. Torrezno y Soria son dos realidades con una vinculación estrecha e indestructible.
4. Numancia, la ciudad heroica. Si hay una ciudad celtíbera legendaria por su gesta heroica contra el Imperio Romano es Numancia, situada a apenas diez kilómetros de la capital. Nos encontramos no solo ante los restos de una ciudad, sino ante el símbolo de la resistencia, ante un ejemplo real de David contra Goliat. Numancia es esa ciudad que trajo de cabeza al gran ejército de Roma y cuya defensa acérrima llevó a sus habitantes a morir libres antes que a vivir esclavos. Todo ocurrió en la conocida como la Loma de la Muela, que deja ver los extensos valles del río Tera y del Duero, hace ya más de 2.150 años, cuando se dice que solo 4.000 celtíberos tuvieron en jaque y humillado a un ejército de más de 40.000 legionarios romanos durante más de dos décadas. Hoy se puede disfrutar de las recreaciones de unos tramos de su muralla de cuatro metros de grosor, de la que se sabe que tenía cuatro puertas dispuestas según los puntos cardinales, y de casas romanas y celtíberas. Gracias a los trabajos de los arqueólogos se ha podido recuperar mucha información de los modos de vida del pueblo numantino: su forma de vestir o de comer, su estructura social o su manera de enfrentarse con la muerte, y entre los edificios plenamente romanos destaca la conocida como Casa de las Columnas, posiblemente el ejemplo más importante encontrado en Numancia hasta el momento.
5.Nuestra Señora del Espino y el olmo viejo. Edificada entre los siglos XIV y XVI, el mayor interés de este templo son sus referencias literarias. En el cementerio próximo está enterrada Leonor, la esposa de Machado, y el olmo viejo del exterior es ese al que el poeta sevillano dedicó los versos "Al olmo viejo, hendido por el rayo / y en su mitad podrido, / con las lluvias de abril y el sol de mayo / algunas hojas verdes le han salido". Por lo demás, la Virgen del Espino es la patrona de Soria y el templo es un edificio esbelto, torre incluida, que como está en pleno casco urbano bien merece una visita.
6- Palacio de los Condes de Gómara. Es otra de las joyas arquitectónicas de la ciudad. Fue construido en el siglo XVI por Francisco López Río, un acaudalado ganadero que a base de dinero consiguió introducirse en la nobleza local, hasta que uno de sus sucesores fue nombrado Conde de Gómara, por lo que así se denomina ahora a este inmenso edificio, que en la actualidad es Palacio de Justicia. Si será importante que se cuenta que Felipe II vetó su edificación por miedo a que le hiciese sombra al Palacio del Escorial, su obra predilecta...
7. Fotografiarse con Antonio Machado y Leonor. Antonio Machado vivió en Soria, donde conoció a Leonor Izquierdo cuando tenía 13 años, se enamoró de ella y esperó a que tuviera 15 para casarse, aunque la enfermedad se llevó a su esposa poco después, cuando apenas llegaba a los 18. Hay una foto muy famosa de ambos, y en la ciudad un juego de dos esculturas para recomponerla, solo que uno de los dos personajes que aparecerá en cada una de ellas, y en la misma postura de la imagen original, es el turista. La del poeta está en la trasera del Instituto Antonio Machado; allá al igual que en la histórica foto, hay que posar detrás, de pie, con la mano sobre el hombro del escritor. La de Leonor está en la plaza Mayor, en la puerta de la iglesia de Nuestra Señora la Mayor (del siglo XVI) donde se casaron (boda que fue pésimamente recibida por la sociedad soriana). Aquí, la pose es sentados encajando el hombro en la mano de Leonor.
8. Comer en Baluarte. Soria tiene muchos sitios para comer bien, pero solo uno con estrella Michelin: Baluarte, del chef Óscar García, situado en un bonito edificio antiguo en pleno centro de la ciudad (en la provincia hay otro restaurante con esta distinción, La Lobita, de Elena Lucas, en Navaleno). Baluarte ofrece sensibilidad, técnica y apego al producto en un restaurante con propuestas impecables. Esta temporada tiene un menú micológico con dos entrantes, siete pases y dos postres, vinos aparte, por 70 euros, y en él se incluyen desde un sabroso puerro ecológico a la brasa, con cebolleta guisada, trompetillas y emulsión de boletus, todo trufado (en la foto), que es un monumento a la sencillez; hasta un mucho más complejo escabeche emulsionado de codorniz y níscalos.
9. El puente de 'Doctor Zhivago'. Este plan es para los mitómanos del cine. A las afueras de la ciudad, cerca de San Saturio, un gran puente de hierro supera de modo elevado el río Duero. Es un viejo puente construido para el ferrocarril que unía Santander con el Mediterráneo, data de 1929 y en 1994 dejó de utilizarse. Lo bonito que tiene para los aficionados al séptimo arte es que en él se rodaron algunas escenas de Doctor Zhivago, el famoso drama épico que David Lean estrenó en 1965.
10. Ermita de San Saturio. En el paseo por el río el visitante puede unir San Juan de Duero y San Saturio de un modo de lo más agradable, con el río a la vista. Esta ermita barroca del siglo XVIII se eleva sobre una gruta eremítica visigoda situada a orillas del Duero. Hay que entrar para ver sus pinturas, que narran la vida de San Saturio, hijo de una noble familia del siglo V y que fue canonizado por entregar todos sus bienes a los más necesitados y retirarse luego a una vida de anacoreta. También son visitables los restos y el sepulcro del santo.
11. Concatedral de San Pedro. Este hermoso templo es concatedral después de un largo e histórico desencuentro con El Burgo de Osma, donde está la catedral provincial, y presenta tal título desde que en 1959 Juan XXIII se lo concediera, dejando desde entonces de ser considerado una colegiata. Siempre se recuerda de esta iglesia, originalmente del siglo XII, que se hundió en el siglo XVI como consecuencia de unas obras. Por ello, lo que hoy se ve es obra de la posterior reconstrucción, salvo su famosísimo claustro, Monumento Nacional desde 1929, que sí es el del XII al haberse salvado del derrumbe, y se erige como la auténtica joya de un conjunto que es, no obstante, más que apreciable. Con sus 30 metros de lado, el claustro conserva tres de sus galerías, en las que merece la pena entretenerse y navegar por el mundo onírico, fantástico y religioso que plantean sus variados y ricos capiteles.
12. Eje plaza Mayor-plaza Herradores. Es donde transcurre buena parte de la vida diaria de Soria, un eje vivo, la calle Collado, en donde siempre hay movimiento además de edificios muy destacados. En la plaza Mayor están, entre otras referencias, el Teatro de la Audiencia, el Ayuntamiento, la iglesia de Nuestra Señora de la Mayor y la Casa del Común, del siglo XVII, en cuyo arco hay aún un cuerno de toro clavado -es imposible que no te lo muestren- recuerdo de cuando allá estaban los toriles para los festejos taurinos. Y la plaza de Herradores es la de la hostelería y el ambiente por excelencia. Entre medio, Collado es una larga vía llena de comercios en la que destaca el Círculo de la Amistad, un hermoso casino del siglo XIX.
13. La ciudad de los poetas. Se conoce a Soria como la ciudad de los poetas, y con razón. Machado, Gerardo Diego (este 2020 se cumplen cien años de su llegada a la ciudad), y Bécquer (este año es el 150 aniversario de la muerte de Gustavo Adolfo y la provincia entera quiere celebrarlo, porque los dos hermanos, Gustavo y Valeriano, estuvieron muy unidos a esta tierra) son algunos de los más vinculados. Pero hay más, como Santa Teresa de Jesús, Dionisio Ridruejo o Gaya Nuño, y otros más actuales como Fermín Herrero. Ya se ha hablado del Círculo de Amistad, el céntrico casino de Collado en cuyo exterior destaca la estatua dedicada a Gerardo Diego (en la imagen), quien fuera socio destacado del establecimiento. Por cierto, al igual que sucede con las estatuas de Machado y Leonor, está también se pensó para interactuar, en este caso sentándose en la silla de enfrente del poeta, mientras él lee plácidamente.
14. Mirar desde El Mirón. El Mirón, de nombre tan literal como correcto, es un punto estratégico para tener grandes vistas de Soria y del río Duero. Es un parque muy visitado, tiene además una ermita histórica que ya aparecía datada en el siglo XIII, aunque la edificación actual data del XVIII, y es punto estratégico en el conjunto el monumento a Machado y Leonor, situado en el mismo lugar a donde iba la pareja a ver Soria y el tranquilo transcurrir del río. El Mirador del Mirón, situado en el cerro del mismo nombre, es hoy lugar para darse un paseo, hacer muchas fotos y observar el hermoso paisaje, porque desde allí se tienen, o eso dicen los lugareños, las mejores vistas de la ciudad.
15. Santo Domingo. Otra joya (muy, muy grande) y Monumento Histórico Artístico. Esta situada en pleno centro y fue construida en el siglo XII, con abundantes reformas posteriores (hasta el siglo XIX estuvo bajo la advocación de Santo Tomé). Toda la fachada principal es prodigiosa, y su portada, un elogio del románico español con una conservación extraordinaria. Entre otros detalles destacados, presenta al Padre (no a la Virgen) con el hijo en su regazo, algo que lucen contadísimas iglesias, entre ellas la maltratada San Nicolás de Tudela.