Hace ya muchos años que las mascotas no tienen por qué ser necesariamente animales de carne y hueso. Se vio a finales de los años 90 con los Tamagotchi, unas pequeñas mascotas virtuales a las que había que cuidar, alimentar y llevar al baño dentro de un miniaparato electrónico portátil. Virtuales, pero al menos eran animales (aunque también había personas). Pero es que ahora están causando furor en China unas mascotas que sí son reales pero que no son animales: son huesos de mango.
Los tratan como si fueran unas mascotas reales. En primer lugar los tienen que lavar con muchísimo cuidado para deshacerse de la pulpa y quedarse sólo con las fibras que peinan y cuidan para conseguir que parezcan pelos. Después lo secan (ya sea con un secador de pelo o dejándolo al sol) y algunos tiñen esas fibras con colores y, por supuesto suben los vídeos a las redes sociales presumiendo de su aspecto y explicando cómo es su día a día con el hueso de mango, al que incluso ponen ojos, nariz y boca.
Una moda que ha provocado muchísimas críticas de quienes entienden que es una absoluta pérdida de tiempo y un sinsentido, pero hay quienes piden libertad para una actividad que no hace daño a nadie, les calma y que funciona como un antiestrés. Y que sale mucho más barato que tener un animal.
Hay que destacar que el mango ha tenido una importancia notable en China, ya que fue un icono de su Revolución cultural. En 1968 el general Mao envió a 30.000 trabajadores a ocupar la Universidad de Qinghua, en Pekín, donde se había producido una revuelta de estudiantes, y como recompensa regaló a cada uno una caja de mangos, convirtiendo a esta fruta en un símbolo de la clase trabajadora.