El PNV se ha desmarcado de las voces que piden alargar la vida de las centrales nucleares tras el apagón eléctrico de la semana pasada. El debate lo impulsan sobre todo la derecha y la ultraderecha en el Estado español, con el apoyo de varios agitadores en las redes sociales que cuestionan la viabilidad de las energías renovables. También es cierto que los soberanistas catalanes permitieron el pasado mes de febrero con sus abstenciones en el Congreso de los Diputados que viera la luz una propuesta del PP, no vinculante, para pedir al Gobierno español que aplazara el cierre nuclear y, en ese caso, se presentó su sentido de voto como una forma de presionar a Pedro Sánchez para que garantizara la capacidad eléctrica en Catalunya. Las posiciones de ERC y Junts se mantienen en ese punto. Pero el PNV votó en contra de esa proposición no de ley, y este lunes ha querido dejar claro de nuevo en Onda Vasca que su apuesta son las “energías renovables” y, aunque mantuvo una posición prudente por si las propias eléctricas piden una prórroga o el Estado decide concederla, sí previno sobre el alto coste económico de la energía nuclear frente a las voces que la presentan como si fuera la panacea y pudiera evitar todos los males.
La encargada de explicar más al detalle una posición que ya había avanzado Aitor Esteban fue la experta en materia económica y energética del PNV en el Congreso de los Diputados, Idoia Sagastizabal. La jeltzale apostó por exprimir aquellas fuentes que concedan una “ventaja competitiva” al Estado español frente a otros estados europeos y, en ese punto, recordó que tiene a su favor el sol y el viento para producir energía con parques fotovoltaicos y eólicos. Apostó por esa vía porque lo contrario sería “tirar piedras” al propio tejado del Estado español. A partir de ahí, Sagastizabal fue cauta: admitió que la energía nuclear no va a desaparecer de la noche a la mañana, sino que ya existe un plan estatal sobre energía, el Pniec, que sitúa en 2035 la desaparición de la energía nuclear y que, para 2030, la reduce a unos 3 gigavatios, frente a los algo más de 7 actuales. Por tanto, hasta que llegue el año 2035, podría suceder que el Estado “tome una decisión” o que lo pidan las propias eléctricas, algo que no ha ocurrido. Pero, a pesar de estas puntualizaciones, Sagastizabal recordó los inconvenientes económicos de la energía nuclear y se decantó por las renovables.
El uranio de Retortillo y la Ley de Cambio Climático que impide extraerlo
La jeltzale recordó que la energía nuclear necesita 60 euros por megavatio a la hora para operar, y se preguntó: “¿Van a invertir en algo más costoso, que exige una gestión de residuos importante, y que hace que el Estado sea dependiente porque no tiene recursos autóctonos sino que hay que traer uranio de Rusia y Kazajistán?”. La propia Sagastizabal se matizó a sí misma y admitió que hay uranio en Salamanca (se refería a la mina en el pequeño pueblo de Retortillo), pero añadió que la Ley de Cambio Climático aprobada en 2021 impide extraerlo. Frente a este camino lleno de escollos, “sobre todo por su coste económico”, puso en valor que las renovables tienen un “coste cero o negativo”, y defendió que con ellas “los precios son más competitivos frente a los homólogos europeos”.
El PNV lleva años defendiendo una transición energética ordenada y, en ese sentido, es verdad que respaldó en el Parlamento europeo una iniciativa que calificaba a las nucleares como energía verde (una calificación que se dio por la presión del Estado francés), pero siempre y cuando las renovables no garantizaran el suministro. Cabe recordar que el PNV fue quien impulsó el cierre de Garoña a cambio de su apoyo a Mariano Rajoy.