Por casualidades de la vida, su cumpleaños y las elecciones generales de 2023 coinciden en el mismo día. Iñaki Ruiz de Pinedo afronta esta nueva cita con las urnas con el convencimiento de que EH Bildu puede volver a ser determinante.
Coincide la cita con las urnas con su cumpleaños. ¿Con expectativas de vivir una doble celebración?
Sí (risas). Lo considero con perspectiva, mirando a hace cuatro o cinco años. Ahora estamos hablando del riesgo de un gobierno PP-Vox, y entonces era PP-Ciudadanos-Vox, lo que llamábamos el trifachito. A eso íbamos a responder aunque nadie daba un duro por nosotros. Las cosas han cambiado. Estamos en un nuevo ciclo político, de diferente tipo, en el País Vasco y en el Estado. Con estas elecciones queremos responder a esa doble situación. Somos optimistas porque tenemos hechos los deberes. Lo que pasa es que cuando uno ha preparado bien un examen, a veces está más nervioso que cuando no.
Siempre ha habido votantes de la izquierda abertzale que cuando llegan unas elecciones generales o no acuden a las urnas o tienden a optar por otras formaciones como, en este caso, podría ser Sumar. Tras los resultados de las municipales y forales, ¿debe EH Bildu moderar sus expectativas en esta cita?
Es una de las cuestiones que ha cambiado en los últimos años. Esa dualidad que se le presentaba a mucha gente ha cambiado. Ya se nos ve como una doble garantía. Es decir, se nos percibe como capaces de llevar las demandas desde Álava y desde Euskal Herria, y también de responder a las contradicciones del marco estatal. Durante estos cuatro años se ha demostrado que respondemos a esa doble función. Esa ruptura que se daba y que mencionabas, ha caído. En estas elecciones tenemos datos para decir que esa ruptura existente va a ser mucho, mucho menor.
Al PSOE se le echa en cara su relación en el Congreso con EH Bildu al grito de ‘Que te vote Txapote’.
El grito es penoso. Para una víctima o para un familiar de una víctima que se haga de eso un lema electoral o festivo es penoso.
¿Puede haber votantes de la izquierda abertzale que no compartan esa actitud proactiva que ha tenido estos cuatro años EH Bildu con el Gobierno a la hora de sacar adelante leyes importantes?
No. Así de rotundo. Hombre, puede haber alguien, pero no una masa crítica con la línea política llevada adelante por EH Bildu. Entre otras cosas porque se ha visto su eficacia. Todo lo contrario, se han aproximado muchos sectores. Nosotros, desde Euskadi, estamos consolidando un proyecto político de izquierdas y soberanista, estamos llevando una línea política que está condicionando al Gobierno de Madrid, y, además, se está creando una corriente de simpatía en el Estado, en sectores de izquierda, hacia los soberanistas de izquierda que introduce un elemento cualitativo nuevo. Los soberanismos de izquierda y el reconocimiento de la realidad plurinacional crean un nuevo espacio de colaboración, un modelo alternativo que habla de reconocimiento de las nacionalidades, de los pueblos y de las relaciones de los trabajadores del Estado.
¿Hay una pugna con el PNV por eso que se ha venido a llamar la voz vasca en Madrid?
No por nuestra parte. No reclamamos para nosotros ser la única voz vasca en Madrid. Cualquiera que intente ir en otro sentido, mete la pata porque no responde a la realidad. Es más, por nuestra parte, desde Álava, hemos intentado estos cuatro años llevar adelante algunas iniciativas de colaboración que no han podido ser posibles. Confiamos en que pueda ser posible de cara a futuro.
En por ejemplo...
El eje ferroviario de transporte de mercancías, el E4 europeo, que deja a Jundiz fuera. No está cambiado por parte del Gobierno español. Ese eje deja al principal centro de cargas intermodal del norte de la península fuera. Es un elemento que nos puede unir. En esta legislatura pasada no ha sido posible esa colaboración, pero confío que en la próxima sí. Por mi parte, seguiré insistiendo.
Después del 23 se puede estar ante dos escenarios. El primero, que haya un gobierno de PP-Vox. ¿Y ante eso?
Antes de que llegue eso, toda la gente que cree que eso no es conveniente, que vote. Si lo hace todo el mundo, y me refiero al Estado, si vota todo el que piensa que eso es un riesgo, ese gobierno no se va a dar. Tiene que haber actuación. Todas las encuestas en el Estado dan que la mayoría de la gente está en contra de un gobierno en ese sentido. Si se llega a dar, hay muchos mecanismos de actuación. No se acaba el mundo, ya hemos tenido muchos gobiernos de derecha. Lo que hay que hacer es no darle agua a ese gobierno con Vox y, desde ya, tener una postura clara de decir: no voy a contribuir a sostener ese gobierno. Hay fuerzas políticas que todavía no han dicho eso claramente. Y debemos tener en cuenta que hay elementos que todavía no se han solucionado y que vienen desde los gobiernos anteriores del PP como los techos presupuestarios que llevaron a los recortes en Seguridad Social, Sanidad, Servicios Sociales... ¿Cómo combatimos que no se vuelva atrás? Bueno, hay caminos, hay gobiernos autonómicos, sindicatos, movimientos sociales... Pueden llegar cuatro años de travesía difícil pero de ahí saldríamos reforzados las nacionalidades y las izquierdas del Estado.
El segundo sería un gobierno con PSOE y Sumar, donde parece, por las encuestas, que otras fuerzas, como EH Bildu, seguirían teniendo un peso.
Hay un camino que ya llevamos recorrido, un camino que es de avance dentro del marco político actual. Tenemos todo el tema de pensiones, vivienda... de reforzar el escudo social. Siguen estando sobre la mesa unas competencias marco que todavía nos determinan porque no tenemos suficiente autogobierno y ahí podemos avanzar. Sería nuestra prioridad. Por ejemplo, en el tema de Sanidad. Frente a toda la ley de Aznar que impulsa las privatizaciones y la sanidad como negocio, sería necesario tener una ley que posibilitase revertir las privatizaciones. Sería fundamental tener unas competencias propias en convocatorias MIR, contar con unos cupos para Euskal Herria, no solo por un tema de calidad y cantidad de los y las profesionales, sino también por la cuestión lingüística. Estamos formando profesionales en euskera que se tienen que ir fuera para hacer el MIR y al revés. Habría que definir unos cupos mínimos. Es un ejemplo. Como podríamos hablar de cuestiones como la transición ecológica. Necesitamos competencias urgentes. Y eso sin cambiar el marco. Porque en la próxima legislatura deberíamos abrir el debate del modelo territorial del Estado.
¿No tiene la sensación de que ese es un melón del que se habla mucho en algunas partes pero sobre el que todo se queda en palabras?
Aquí estamos hablando de una doble situación, del modelo estatal y del modelo de aquí. Aquí necesitamos tener un mínimo consenso para llevarlo de manera conjunta. Durante la pasada legislatura, sin perder de vista el covid o la guerra de Ucrania porque son situaciones excepcionales, las prioridades se han marcado en otros contextos. ¿Es un melón que cuesta abrir? Sí. Pero la llave para empezar ese proceso no está en Madrid. Está aquí. En el nuevo ciclo político, con un cambio importante en la correlación de fuerzas después de las elecciones autonómicas, podríamos estar en condiciones de dar nuevos pasos.
¿Imagina un gobierno en Madrid de PP-Vox y un lehendakari de Bildu?
Sí. Es uno de los elementos de resistencia para responder si se da el caso de una posible involución.
¿Qué cree que tiene que aportar en estos cuatro años?
Todo mi esfuerzo, posibilidades y bagaje tienen que servir para abrir un nuevo ciclo político en Euskal Herria y en Madrid.
¿Serán sus últimas elecciones?
No lo sé. Por mí, mientras pueda dar algo por este país, adelante.