Es necesario remontarse a septiembre del año pasado para hallar la última comunicación entre el lehendakari Urkullu y la presidenta de Madrid, la popular Isabel Díaz Ayuso. El jefe del Gobierno vasco iba a acudir a una conferencia en la capital estatal y, cuando visita otra comunidad, tiene por costumbre avisar al presidente de turno. Lo hizo con un mensaje sin mayor recorrido ni trascendencia, de pura cortesía institucional, según explican desde su entorno. La única interlocución relevante con Ayuso la tuvo en marzo de 2020, en pleno coronavirus, cuando la presidenta lo llamó para abordar la educación presencial en los colegios. Desde entonces, la relación es inexistente y reúne todas las características de un páramo: un terreno yermo y un clima hostil. El madrileñismo que espolea Ayuso la ha llevado en más de una ocasión a la confrontación directa con Euskadi, con la guerra fiscal y el recurso que interpuso contra el reparto de los fondos europeos. Esta estrategia, que ya existía, se ha vuelto a manifestar en la campaña de las elecciones municipales y en varias autonomías del Estado, donde Ayuso ha pasado a acusar de racismo al PNV.

Este último fuego lo ha azuzado Ayuso metiendo al PNV con calzador en el debate de los insultos racistas al futbolista Vinicius. Los jeltzales creen que esta confrontación es buscada y que pretende arañar votos en Madrid “metiéndose con lo vasco y los partidos vascos”. En concreto, Ayuso se pronunció en una entrevista concedida a El Periódico de España, donde se le pregunó si hay racismo en el Estado. Ella lo negó, y apuntó en cambio al PNV. No dijo una palabra sobre Vox. Cuando en la pregunta posterior el periódico le recordó que Vox mezcla el color de la piel con la delincuencia, recurrió a evasivas. Al único partido al que vinculó con el racismo fue al PNV: “Se ve que desde fuera se está utilizando y que muchos dirigentes políticos de otros países empiezan a acusar a España de ser un país racista. Yo lo niego. Claro que hay conductas racistas también en la política. Las hay en el PNV, es fundamento del Partido Nacionalista Vasco, ahí lo llevan”.

El presidente del EBB del PNV, Andoni Ortuzar, lo ha atribuido todo a una campaña para ganar votos en Madrid. “Soy de los que creen que en política no vale todo, y para esta mujer parece que vale todo. Lleva quince días centrada en sacar votos. No sé quien le ha dicho que va a sacar más votos en Madrid metiéndose con lo vasco y los partidos vascos, y ha cogido como doble eje de campaña zumbar a Bildu y zumbarnos a nosotros. Vino el sábado a Bilbao a darnos lecciones, ahora nos llama racistas a un partido con una trayectoria impecable de 127 años, que tiene en sus filas a personas de todas las razas, colores y procedencias, y hoy en día ni la sociedad vasca ni el PNV tienen el racismo como problema. Me parece una injusticia y una salida de tono incomprensible”, dijo en Antena 3, para añadir después que no iba a caer en provocaciones. Se da la circunstancia de que el PNV ha pedido mano dura contra los insultos racistas.

En un videoblog posterior, Ortuzar recordó que los insultos a Vinicius se dieron en un partido del Madrid y el Valencia, “dos zonas en las que el PP es bastante mayoritario”. Urkullu, tras valorar si se plantaba en esta campaña, finalmente participó en un mitin en Donostia donde denunció que Ayuso "denigre" la política.

A por la mayoría absoluta a costa de Vox

Ayuso ha abierto un nuevo frente con el PNV, el enésimo, tras su visita a Bilbao el pasado fin de semana, donde ya acusó a los jeltzales de ser “incapaces de frenar a Bildu”. También ha presionado a su propio partido para que active en el Congreso de los Diputados el proceso de ilegalización de la coalición abertzale, en un intento de presentarse como la única que planta cara a Arnaldo Otegi. Ha llegado a decir, en tiempos de paz, que “ETA sigue” y que EH Bildu “es ETA”, lo que le ha merecido el reproche del colectivo de víctimas del terrorismo Covite, que se lo ha tomado como una banalización del terrorismo y de sus cientos de asesinatos. 

Todas estas declaraciones llegan en un momento en el que Ayuso pelea por la mayoría absoluta en Madrid, para lo que necesita vaciar de apoyos a la ultraderecha de Vox. Estos mensajes parecen dirigirse a esa parroquia, aunque de paso siembran una situación de absoluto desconcierto sobre el rumbo del PP y la autoridad real de su presidente, Alberto Núñez Feijóo, que no secunda a Ayuso pero parece incapaz de frenar los constantes desafíos de la líder madrileña. Los resultados del 28-M se observarán con lupa. 

Los choques con el lehendakari

El choque con el PNV viene de lejos. La agresiva política fiscal de Ayuso, con sus rebajas de impuestos y la supresión de algunos de ellos, provocó que el lehendakari se desmarcara de esa estrategia con el argumento de que es neoliberal y supone una merma de ingresos que pone en peligro la calidad de la sanidad o la educación y, además, Madrid cuenta con un colchón que Euskadi no tiene, porque puede recurrir a los fondos de rescate del Estado si la recaudación va mal. Ayuso lo acusó de tener “envidia”. La presidenta también trató de tumbar en los tribunales una remesa de fondos de recuperación adjudicada por Sánchez a cuatro comunidades, entre ellas la vasca, para emprendimiento y colectivos vulnerables.

No es la primera vez que el PP se enreda en una madeja de referencias a Sabino Arana, Xabier Arzalluz y el RH positivo para tratar de endosar al PNV una actitud racista. Este miércoles, para no desacreditar abiertamente a la poderosa líder madrileña, Cuca Gamarra no ha querido valorar sus palabras. El presidente andaluz, Juanma Moreno, diferenció entre el discurso “desafortunado” del RH y la práctica presente de los jeltzales, porque “otra cosa es que el PNV actual sea racista”, aunque terminó coincidiendo en que, a su juicio, el nacionalismo fija diferencias entre ciudadanos.