En el primer aniversario desde que Rusia perpetró la invasión de Ucrania, el lehendakari ha puesto en valor este viernes la respuesta ofrecida desde la sociedad y las instituciones vascas para garantizar la acogida a las personas que han escapado de la guerra. Una respuesta que ha sido posible por el músculo que ya existía en Euskadi de la mano de las asociaciones del tercer sector social y también de las propias familias vascas (muchas de ellas, muy activas en la acogida de los niños y niñas de Chernóbil antes de esta crisis). El Gobierno vasco ha ejercido de coordinador de esa red a través de la Mesa de Seguimiento, y este viernes ha glosado en un informe las ayudas económicas que puso en marcha sin esperar a la reacción del Estado, lo que ha convertido a la comunidad autónoma en pionera en buena parte de las actuaciones. 

Iñigo Urkullu ha reunido nuevamente a la Mesa de Seguimiento para aprobar el documento Ucrania-Euskadi: memoria de un año de solidaridad, que cifra en 4.180 el número de personas que han solicitado la protección internacional temporal en Euskadi, 3.101 han solicitado tarjetas sanitarias, han sido matriculados 1.027 menores en centros educativos, y se ha ofrecido ayuda económica a 1.633 familias que han llegado a Euskadi y están acogidas en hogares de familias vascas, algunas de ellas de origen ucraniano. El número de personas que han ocupado plaza en el Sistema de Acogida y Protección Temporal del Estado, el Sapit, alcanza las 1.488 personas

Las principales instituciones vascas han sentido una llamada especial en este caso, movidas por el recuerdo de la Guerra Civil de 1936 y el exilio. El propio presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, tocó el año pasado la fibra sensible del PNV en la intervención por vía telemática ante el Congreso de los Diputados, donde evocó las bombas que cayeron sobre Gernika. El documento de este viernes presenta la solidaridad vasca como algo que simplemente había que hacer, y no como si el Gobierno esperase por ello un especial reconocimiento a su tarea o caer “en la hipérbole o la autocomplacencia”. “Sencillamente, se ha hecho lo que se debía hacer”, concluye el texto. La memoria detalla todos los pasos que se han dado de manera cronológica. Son unos pasos que permiten esbozar y dotan de contenido al modelo vasco de acogida, cuya existencia se había puesto en duda en las últimas jornadas por parte del secretario general del PSE, Eneko Andueza, a cuenta de la polémica por el macrocentro de refugiados que quiere abrir el Estado en Gasteiz y a cuenta de que la competencia en migración es del Gobierno español.

Los dos planes de contingencia

El documento arranca con la constatación de que la competencia desborda las capacidades de Euskadi, pero no así su “solidaridad”, que es “plena”. Se presenta la decisión de acoger como una decisión por voluntad política pero también ética, de instituciones y sociedad. “Tiene que ver con competencias propias” (competencias en cobertura educativa, sanitaria o de vivienda, una red que hay que ofrecer a los refugiados una vez llegan a Euskadi), pero también con “la voluntad y la capacidad de elegir el compromiso ético”. Una semana después del inicio de la invasión del 24 de febrero del año pasado, se puso en marcha un diálogo entre el Gobierno vasco, las diputaciones forales, los municipios agrupados en Eudel, el Gobierno español y el tercer sector social. El documento invoca el Pacto Social Vasco para la Migración, del 30 de noviembre de 2019, que establece como principio ético “ofrecer lo que necesitaríamos recibir”.

El 10 de marzo, el lehendakari convocó la Mesa de Seguimiento para la acogida. Había pasado solo una semana desde que la Comisión Europea otorgó el estatus de protección internacional a las personas huidas de la guerra. Se contó con las entidades sociales Cear, Zehar Errefuxiatuekin, Cruz Roja, Accem, MPDL, Cáritas y Fundación Ellacuría. En esa reunión, el Gobierno vasco presentó su primer plan de contingencia, con el objetivo de movilizar las plazas disponibles en los centros de Irun, Oñati, Tolosa y Berriz. Se contempló también, como recoge el informe, la previsión de alojamientos en hoteles y el trabajo con Alokabide y los ayuntamientos. Se habilitó igualmente una dirección de correo electrónico para canalizar la solidaridad ciudadana. La primera respuesta, la de urgencia, se centró, por lo tanto, en ofrecer un techo a esas personas nada más llegar.

El segundo plan de contingencia llegaría el 31 de marzo. En él se recogían ya los recursos necesarios para el empadronamiento, el derecho a la educación y la salud, y los servicios relacionados con el empleo. Se ofrecieron viviendas de las instituciones o las asociaciones sociales, y las casas de las familias de acogida; y el Gobierno vasco llegó a un acuerdo con las entidades sociales para canalizar ayudas. La Mesa de Seguimiento se ha reunido un total de 20 veces.

Cinco programas por 5,8 millones

Al margen de este mecanismo, el Gobierno vasco puso en marcha cinco programas de ayudas económicas que partieron del pleno monográfico celebrado en el Parlamento el 8 de abril. El lehendakari anunció el fondo de rescate social, Isuri, tanto para ayudar a los refugiados, como para apoyar a los sectores más vulnerables de Euskadi afectados por las consecuencias de la guerra. El documento destaca que el Gobierno vasco puso a disposición del Estado los centros de acogida temporal de Oñati, Tolosa, Irun y Berriz. Además, subraya que se activó un programa de apoyo económico con 3 millones de euros para las necesidades básicas de los ucranianos (ha ofrecido ayuda a 1.633 unidades convivenciales acogidas en hogares de familias vascas, algunas de origen ucraniano). También se aprobó el programa Loturak para poner en contacto a las personas refugiadas con las redes locales de acogida (ha acompañado a 184 familias de acogida y 218 familias ucranianas), el programa Berritze que ha dado atención psicológica personalizada a 570 personas, y el Programa Aukerak Suspertzen de refuerzo extraescolar, en el que han participado 69 menores y 29 familias. Los programas suman un total de 5,8 millones.

Urkullu exige un alto el fuego de Rusia

Tras la reunión de la Mesa, el lehendakari participó en el acto de reconocimiento a la solidaridad con Ucrania, donde se hizo la foto de familia con el tejido social y volvió a condenar la invasión militar, manifestó su “agradecimiento y reconocimiento a todas las familias de acogida”, exigió el “fin de la invasión unilateral” y coincidió en el “objetivo de explorar vías diplomáticas que hagan posible una paz justa y duradera”. “Reclamo de la Federación Rusa un alto el fuego de lo que hace un año Vladimir Putin definió como Operación militar especial así como el compromiso para con el desarrollo de un Plan de Paz”, reclamó. En Radio Vitoria, el vicelehendakari primero, Josu Erkoreka, había puesto en valor que el “modelo vasco de acogida nos ha permitido una atención personalizada” a los refugiados, de los cuales siguen en Euskadi “en torno a 200”.